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Septiembre

Bernardo Casado Salas
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No necesitan condolencia estas piedras,
tronchadas como ola muerde,
RUINAS - SEPTIEMBRE
Vengo aquí mediante días andando,
donde se alzan costados e inclinaciones.
Junto a piedra,
junto a aquelarre,
en estas ruinas otoño tropezado.
Casi ventana apuro,
tercio de una pared,
bisutería dura,
cadera y no miento,
es justo también que diga han crecido flores.
No necesitan condolencia estas piedras,
tronchadas como ola muerde,
mareo un día de lo construido,
y después todo quedó
en pasión de lado,
en isósceles fríos,
en corazón intermedio.
Aquí ruinas como se agacha hueso,
caídas las partes,
y el arco aquel diadema,
y la bóveda decimal de cielo.
EN TU PENSAMIENTO DENTRO
Detrás de tu frente es septiembre o mayo.
Piensas si el día es bueno por su cielo
o su magnitud de sombreros y actos,
que has madrugado tanto
que arrastras aún decimales de cama
y traición que se encomienda en el ojo,
que la taza se conforma con su embarazo negro.
Ahora que estás pensando
y notas barcos en tu cabeza,
agitados,
inventos de aire,
piensas que sería buena la amnistía para los pájaros,
y desayunar con otra tranquilidad,
que la botella tiene ese color verde
de perdición en el mar,
y que la semana que viene contará con
siete días recién hechos.
En tu cabeza dentro habitación,
cavidad ahí
para la desmesura dígase cien mil,
pensando es lúcido el cabello del árbol,
pensando buenos días
                    artilugio amable.
MUJER QUE YA NO TIENE
Mujer que ya no tiene caracoles ni corazones,
tuvo el pelo negro sin miramientos,
y un jersey de varios palmos de violeta.
Ella dijo voy a sonreír en cataclismo
y logró varios miles de pájaros,
y yo la miré durante aquellos días
de frente,
de perfil,
de manicomio,
porque era la boca más importante.
Así fue andar juntos,
y sé que se llamaba Marg
y que hice peregrinaciones hasta sus párpados.
Le dije una vez tengo ganas de tu pelo,
y ella dejó que me hiciera una casa,
que la peinara con los dedos
como cuando se ordena crucial agua.
Le escribí cartas con sellos al revés
y ella me contestó con escritos largos,
y usamos etcétera de manos
para tenernos cerca.
También llegó una piedra         un esto         un frío
                                                  que lo pudo todo,
y ya nunca más coincidimos como se coincide
con la boca.
Después supe lo de morirte en septiembre,
como un jersey violeta traicionado,
con un daño complicado y bruto,
y tuve contundencia de escalofrío,
y una tristeza de muchos metros.
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Copyright ©Bernardo Casado Salas, 2000
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Fecha de publicaciónSeptiembre 2002
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