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El álbum de fotos

Y más sensaciones

Fernando R. Ortega
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COMPASIÓN
Apartada en ese rincón, arrugas tu risa
viendo cómo el reloj abandonó el baile
el día que mojaste tu vida en el océano.
Te coges las rodillas esperando descansar
pero derramas locura por los poros de tu piel
azotada por el paso de las mentiras;
frases escritas en aquella pared
ahora sirven de telón para esta multitud
de máscaras extenuadas como el sol de mediodía.
BONDAD
—Te veo—,
tus ojos tranquilos me miran
lejos de las pesadez del pasado;
perdidas batallas en campos de carbón
marcarían el brillo de tus niñas azabaches;
noches serranas al descubierto
contando estrellas colgadas
en la montura de los sueños.
El tiempo, derritiéndose, entre tus manos
cuenta sin respiro las horas de cristal;
ahora, sentado frente a ti,
veo la esencia de tu vida frígida:
exhibiendo en los rincones de pupilas con sabor a derrota
prestas hasta llegar al fin de tu melancolía.
QUERENCIA
Las miradas quedaron dibujadas en el aire
atrapando mis sentidos apagados;
brotaron de mis gotas de helor,
escondidas en mi hoquedad, búsquedas
nocturnas en las que compartir
el empuje de tu corazón solitario;
mis dedos alcanzaban a rozar tus labios malvas,
curvas de miel para ofrecer besos
tatuados en la piedra de tu sombra;
amores nuevos llegados de la nada insolente,
permanecieron en mi transcurrir altivo.
GENEROSIDAD
Los compartimentos de tu corazón
dejaron de tener dueño
la noche que, lejos del amor,
pasaron por la puerta de la soledad.
Compraste libertad: libre de ropaje
decidiste partirte en miles de pedazos
—muestras ofrecidas en cada ventana abierta
pedían un trozo de tu esencia,
de tu alegría, de tus lágrimas—.
Recortas tu vida entregando a prisioneros
infelices que no hablaban con la ilusión
ni conocían la esperanza;
jirones de amor repartidos has dejado
cuando al final tú decidiste partir.
PERDÓN
Este nido de lágrimas repta por el desierto;
encuentra —desea— tu mirada,
el fuego de tus dedos;
acaricia esos párpados de hielo,
sin pensar, decidiendo llenar al fondo de la mar
sin recabar auxilio, sin usar escalas de papel,
huyendo de su destino;
tus lágrimas buscaron otra vez el azul
de la ilusión, cumpliendo el castigo,
se postraron en la habitación de mil colores
donde aún les resta un sueño en paz.
EMOCIÓN
¡Sobresaltos desabrochados
de las paredes de tu ilusión!,
cabalgáis rápidamente, sin acierto,
hacia el final del corredor,
abriendo vuestra alma al viento del sur.
Pasos rápidos por baldosas amarillas
pulidas una vez, otra, por restos de sudor dulce;
embargadas de azúcar, reíais altaneras,
alojando carcajadas en el salón de vuestra partida
reluciendo tanto como ese día al iniciar el viaje:
de la pasión al olvido.
AFLICCIÓN
I
Cuando probaba el limón supurado por tu piel,
los dobleces de esta vida se personaron
en aquella futura habitación sin vistas,
pintadas sin fin;
se descubrieron estrépitos en mis emociones
al ver que la soledad engullía la ausencia más sonora;
¿dónde imaginaste el testamento
relatado en mi lánguida espalda?
II
Tus labios fustigaron mis entrañas
condenándome a permanecer junto
a la fuente de la infertilidad;
encendida cada mañana, los primeros cantos
de tus pájaros desalados, esperan
esa llegada al jardín del desencuentro;
no sentía más allá del final de mis dedos;
la sombra reflejada en el cristal
no aportaba visiones de haces luminosos a esta mirada:
se agotó consumiéndose en charcos de lágrimas azules.
CALOR
Llevas sin hablar un siglo:
me asfixia tu presencia agónica
consiguiendo revolver el cántico de mi corazón;
abrasas los rincones de mi pecho;
tu silencio, hiriente mortal,
con sabor de azufre,
me lleva a las puertas del infierno
tejido por tu mente infecta por la ceniza.
DOLOR
Descuadradas emociones agarradas en mí,
me elevan a romos horizontes deslucidos
tras las raídas montañas de sal
retratados por tu ayer agónico;
flores marchitas relucen en tu oculto ser
escondidas en rincones de piedra, sin trasluz:
ventanales ennegrecidos con el carbón de tu respirar
se cerraron al amanecer; ilusión no alcanzada, a la fuga,
te sumerge, por ese lastre, hasta el pozo
cavado, sin recuerdos, en tu cama.
FRÍO
Exhalas el vaho de mi respiración
dibujando corazones en el blanco azulado
parido por mis pulmones;
ajados, acaricias cristales mates
en el interior del vestido de tu mano:
cuarzo agrietado por donde se cuelan
susurros ausentes de emoción, transparentes;
crece la sensación de vacío; recorro
tu espalda aromática donde ya no llega
el calor de esos besos borrados por las puestas de sol.
LA FLACA
Se inventa la flaqueza de moral.
Se compra la flaqueza de amor.
La flaqueza es como el espíritu de una golosina.
La flaqueza de ánimo se subasta.
La flaqueza de integridad se recompensa.
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Copyright ©Fernando R. Ortega, 2005
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Fecha de publicaciónMayo 2006
Colección RSSTrasluz
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