Miguel A García Andrés firma esta historia de viajeros que, en la complicidad de un vagón de tren, cuentan las historias del viaje de sus vidas.
«Yo estaba sentado en un extremo del vagón de camas. En el vagón contiguo, detrás de mí, estaban cocinando la cena...»
Claus: mujer, vida, historias
El expreso de Santa Apolonia
Me parece un magnífico relato en el que el autor con un enorme dominio del lenguaje en su acepción semántica psicológica consigue adentrarnos en un mundo donde lo casual cobra toda la fuerza del pasado innombrable. La necesidad de comunicación entre las personas está por encima de cualquier circunstancia, los imponderables del presente impiden vivir ese presente que es posible pero que está estrangulado por los convencionalismos de un modo de vida pacato y micronuclear.
Javier Corres