Un cuento de la catalana Evelyn Aixalà sobre el reencuentro con el pasado. Basado en una historia real.
«Tina prepara un ramo frondoso con las flores del jardín. Es abril y se pueden ver de todos los colores. Las selecciona cuidadosamente con sus manos curtidas por la tierra. Después las coloca en un jarrón con agua y una aspirina para que se conserven durante más tiempo. Se seca las manos en el delantal y abre el contraviento para que entre el sol. Los rayos inundan el salón que se despierta de su letargo...»
Claus: día, madre, casa
Los rostros del pasado
De entrada quiero felicitar a Eve por este nuevo relato que no había leído, donde, como muchas otras veces, me ha vuelto a dejar ver lo importante que son los recuerdos. Noto cuando alguien o algo me gusta en los botes que da mi duende interior por alguna de sus características, en este caso lo que cuenta y cómo lo cuenta, lo cual si te lees cualquiera de los relatos escritos por Eve verás que no es casualidad y puedes tener por seguro que cuando acabas cualquiera de ellos no eres la misma persona que lo ha empezado a leer. Espero que continúe agradeciendo esa habilidad y que pronto pueda tener noticias de su primera novela, porque no dudo de que en un relato largo sea capaz de mantener la intensidad que me alborota cuando, a través de sus palabras, nos relata -su- historia de los hombres. Simplemente gracias y hasta pronto.
Anónimo