Meet Boitus, «un type plutôt étrange». A short story by Fernando Sorrentino. Translated from Spanish into French by Geneviève Baudry and into English by Jonathan Cole. This short story was one of the finalists in the 23rd annual «Hucha de Oro» Competition (FUNCAS).
«Who hasn’t heard of the Insignia Financial Group, a lending institution that underwrites vehicles, agricultural and industrial machinery and, generally, all types of manufacturing products?...»
Claves: bureau monsieur
Problème résolu
Excelente. El manejo del suspense es tan sutil, que uno no se da cuenta de que lo mantiene en vilo hasta el final. Un maestro, Fernando Sorrentino, y siempre un placer leerlo.
Doris
Problème résolu
¡Magnífico ejemplo! Fernando ha dejado a merced del lector la resolución del problema. ¡El problema lo resuelve el lector a su antojo! Es un relato de suspenso con la particularidad de que —después del punto final— mantiene el suspenso. Muy bien, Sorrentino...
Juan Carlos Rizzo
Problème résolu
Estimado Fernando, te confieso con total sinceridad de mi parte, que hace por lo menos 21 años, tiempo en el cual terminé mis estudios secundarios allá en 1985, y merced a la impecable labor de una docente de Literatura que fue la artífice de hacernos leer cuentos (Horacio Quiroga, Borges y otros...) y aprender a apreciar la buena literatura así como antaño, me pasó ahora al leer tu precioso cuento. Un abrazo y a seguir haciéndonos gustar de la buena literatura.
Pablo Vicente
Problème résolu
Creo interesante informar que este cuento ha causado un verdadero problema irresuelto entre los habituales lectores de Fernando Sorrentino. Lo he leído muchas veces, y no encuentro manera de imaginar qué hay adentro de la caja maldita de Boitus. En mi caso, lo que no puedo resolver es por qué la caja no puede ser retirada por alguna «fuerza del orden» —policía, jueces— ni institucional de otra índole; verbigracia, científica, para el estudio de su contenido. Y si a nadie le importa retirarla, ya que en ella no hay nada delictivo, nada peligroso para la sociedad —por ejemplo, nada contaminante— , por qué no puede hacerlo el dueño del departamento, sólo tirándola a la basura. Ni nadie. Ya que por eso, porque la caja está ahí, no se hallará comprador.
El problema entonces, para mí, está en la «realidad» total que tienen todos los referentes externos: personas contrariadas por la «situación» de Sainz, como Capelli, el padre de Cecilia, que teme por su candidatura a «capo» de intendencia; personas más solidarias que van al departamento como Rossi, Linares, el escribano que labra el acta, la propia Guillermina; interesados en explotar el caso, como la prensa escrita y la televisión. Pues esa realidad no permite pensar en un estado patológico del protagonista que lo inmovilice (como le ocurre al de otro cuento de Sorrentino, «En espera de una definición», esclavizado por un mosquito).
Y tampoco se resuelve vía Kafka, a todas luces, uno de los maestros de Sorrentino: los referentes externos de K en El proceso, en El castillo, viven en un extrañamiento, en un clima más irreal que el propio K.
Tuve oportunidad de leer un ensayo de Eduardo Dayan sobre «Problema resuelto», en el cual dice: «El bulto tiene la forma de una caja de sombreros. El problema parece estar, entonces, en la cabeza, en su uso, en la organización del pensamiento en palabras, en la forma del poder decir lo que se piensa.»
Es indudable que lo primero que el lector piensa ni bien sabe que «era una caja de cartón, redonda, bastante parecida a las que se usaban para guardar sombreros de hombre», es en una cabeza humana. Pero, conociendo la obra de Sorrentino, también sabe que no «se la hará tan fácil». Es decir, que el cuento no se va a limitar a un hallazgo macabro, como burdo pretexto de una narración policial. Lo cual hace que deseche la suposición, que, por otra parte, el mismo texto se encarga de disipar. De ahí que me parece interesante el salto de Dayan, de la idea de la cabeza como objeto concreto, a la abstracción de las funciones cerebrales que habilitan el lenguaje.
Más allá de ese arranque promisorio, el escrito de Dayan, en mi opinión, se va alejando demasiado de la letra del cuento, para dar paso a reflexiones lingüísticas un tanto complicadas. Pero también debo decir que, en otro fragmento, lo que al principio me pareció una sobrelectura, me dejó pensando. Dayan se remite a nombres de calles y barrios de Buenos mencionados en el cuento, entre los cuales «Caseros» convoca, al menos en el imaginario local, la figura histórica de Rosas. La mención es fugaz y no lleva a conclusiones. Sin embargo, dirige el pensamiento del lector a la evocación de las cabezas cortadas, que es tópica en la literatura argentina.
De modo que, virtualmente, por ambas razones expuestas, se trata, a mi ver, de un enfoque conducente a algo, que es más de lo que puedo decir de mi pobre lectura.
La única duda que no tengo sobre «Problema resuelto» es que se trata de un cuento genial, sin que me provoque ningún pudor usar de ese adjetivo académicamente devaluado. Mi problema irresuelto es, nada menos, no saber señalar en qué reside su genialidad. Sería infantil salirme por la tangente diciendo que en su poder «movilizador»; o usar de ese lenguaje nublado que tanto les gusta a los poetas, hecho de una acumulación de cualidades inasibles; o de ese otro que prefieren los papers, consistente en la aplicación de una teoría determinada —con su insufrible carga terminológica— al texto literario que la tiene que soportar. Me quedo, entonces, apenas en una expresión de entrecasa, en un «como si». Es como si el cuento se hallara más adelante de donde uno está, de donde estamos todos en 2007, incluso el autor. Pues es un hecho que el autor tampoco sabe qué hay adentro de la caja de Boitus. Ahí está lo bueno del asunto. ¿No le parece?
Marta Spagnuolo
Problème résolu
¿Qué se supone que hay adentro de la caja?
Karen Valdés
Problème résolu
Simplemente muy bueno. Gracias por dejarme leerlo.
Tomás