Durante el día, Kensington Gardens es un lugar refinado. Por allí se pasean los turistas y los vecinos ociosos del cercano West End. Hay aficionados a la equitación que calbalgan a lo largo de Rotten Row, el camino que atraviesa el parque de punta a punta. Las parejitas de enamorados se arrullan sobre un bote de remos en el lago Serpentine, un brazo de agua largo y sinuoso que también atraviesa el parque, entrelazándose con el Rotten Row. Los ornitófilos vienen a visitar el santuario de los pájaros, los gourmets con mucho dinero se acercan para solazarse en los dos elegantes restaurantes situados a orillas del lago (nada de ordinaria comida inglesa: au contraire, tout de la haute cuisine) ; los aficionados al arte moderno atraviesan el puente sobre el Serpentine para visitar la Kensington Gallery, los más cultos incluso visitan el Kensington Palace. Pero la mayoría de los visitantes tan sólo gandulean por el césped o admiran el monumento al niño fauno, y hacen comentarios sobre lo poco que se parece al que salía en la película de Walt Disney, los muy imbéciles.
Sin embargo durante la noche la cosa es muy diferente. Porque entonces Kensington Gardens es el bosque tenebroso donde los druidas realizan sus sacrificios, el reino de los elfos del que hablaba Tolkien, la selva donde resuenan los lejanos tambores de las tribus y las sordas pisadas del leopardo. El vapor de agua que transpiran los árboles se condensa en jirones de niebla, formando una capa de algodón frío sobre el césped. Hasta los duendes tallados en la madera del tronco del Elfin Oak, el roble cercano a la estatua del niño fauno que tan poco se parece a la película de Disney, parecen cobrar vida. Alrededor de ese roble tallado vi reunidos por primera vez a los niños perdidos, los alegres secuaces de Peter. Como dijo él, Slightly era el más viejo, casi tenía dieciocho, aunque parecía menor. Los gemelos tendrían, no sé, catorce o quince años quizá. Todos ellos eran o huérfanos o prófugos del siniestro hogar paterno que habían encontrado otro hogar entre la fronda de aquel oasis verde en mitad de la metrópoli, junto con una vida excitante hecha de pequeños latrocinios, escaramuzas guerreras con los cabezas rapadas o la policía y tráfico de drogas, sobretodo tráfico de drogas: los niños perdidos eran famosos en los alrededores del Roxy y el Cabaret Voltaire por la buena calidad de la hierba que mercaban, proporcionada por los contactos jamaicanos de Peter. En especial, aquella vaca de Tiger Lily, a la que yo conocería poco más tarde. El número de los niños perdidos variaba. Algunos abandonaban el grupo porque de repente se veían a sí mismos demasiado mayores —todos los niños crecen— y decidían volver a la selva de cemento y semáforos. Unos regresaban a sus hogares, otros se enrolaban en el ejército para conseguir un plato en la mesa, una cama bajo techo y un salario. Algunos volvieron a estudiar, y llegaron a ser abogados, ejecutivos, políticos o diáconos. Otros nunca dejaron de ser proletarios en paro crónico, vegetales que cultivaban una abultada barriga cervecera ante el televisor mientras una mujer amargada les gritaba de la cocina. Pero la mayoría pasaron a engrosar las filas del ejército de mendigos alcoholizados que duermen en las calles de Londres. Algunos niños perdidos abandonaron el grupo antes de crecer: la policía les atrapó y les llevó a algún hospicio público donde no se volvió a saber nada de ellos. Otros murieron en alguna de las escaramuzas con los skins o los gangsters (luego hablaré de los gangsters), con la cabeza abierta por un bate de béisbol, con el vientre perforado por una navaja, o con todo el cuerpo machacado por las duras punteras de las botas Doc Martins. O acribillados a balazos, aunque esta forma de muerte era menos frecuente. En aquel momento, los niños perdidos eran seis. Vinieron a nuestro encuentro blandiendo amenazadores navajas, cadenas de bicicleta y botellas rotas. Pero se mostraron más amistosos cuando reconocieron a su líder.
—¡Ah, eres tú, Peter! —dijo el primero en llegar. Era Tootles, el más melancólico del grupo. Cuando tenía diez años las autoridades le separaron de su madre por alcohólica y le metieron en una casa de acogida, de la que él se escapó cuatro años más tarde. A veces hablaba de ir a buscar a su madre a la clínica de desintoxicación, pero callaba en cuanto Peter le llamaba niño de mamá a través de la media sonrisa despectiva que siempre ponía cuando alguien sacaba el tema de las madres. Las madres, solía decir Peter, eran unos seres muy sobrevalorados.
Tras Tootles vino Nibs. Había huido del hogar paterno el día después de que su padre, un electricista en paro aficionado al alcohol y a pegar a la familia, tratase de pasar con él de los bofetones a los tocamientos. Le seguía Slightly, el que pronto cumpliría dieciocho años. Slightly sabía tocar muy bien la armónica, podía imitar con ella el sonido del tren, como John Lee Hooker. Era el único que venía de una familia acomodada, de la que huyó, como Nibs, para evitar los abusos sexuales. En aquel momento sangraba por la nariz.
Curly era el cuarto. Era mulato, de madre irlandesa y padre jamaicano. Se hartó de las peleas entre ambos y de que en el colegio le llamaran «café con leche» y se unió al grupo de Peter en cuanto los conoció, porque a ellos no les importaba que fuera un niño de café con leche. Le llamaban Curly por su cabello rizado.
Los últimos en llegar fueron los más pequeños, los dos gemelos. Dos querubines rubios exactamente iguales. Cuando quedaron huérfanos los dieron en adopción por separado, cada uno a una familia diferente, pero ambos se fugaron para volver a estar juntos. Peter tenía razón, era imposible distinguirles. Y además, actuaban de una forma tan perfectamente coordinada que parecía que se comunicasen telepáticamente. No importaba lo separados que estuviesen, el uno siempre sabía dónde estaba el otro.
—Compañeros —dijo Peter, cuando todos estuvieron reunidos a nuestro alrededor— os presento al nuevo miembro de la banda.
Y así entré a formar parte de los niños perdidos, de los descarriados, de los hijos de Margaret Thatcher o como quisieran llamarse. Sólo Curly puso alguna objeción al principio, señalando lo obvio: «es una chica», dijo. Pero enmudeció después de que Peter contestara con un «Bueno, ¿y qué?». Tras las presentaciones, Peter se interesó por la nariz sangrante de Slightly.
—Es que hemos tenido visitas —dijo Curly—. Un grupo de cabezas rapadas ha venido por aquí de cacería, con sus bates de béisbol, sus tuberías de plomo y, algunos, con sus navajas. Encontraron un grupo de jamaicanos que estaban sentados en aquel banco, cerca de la estatua del niño fauno. Los jamaicanos tocaban sus bongos y fumaban su mandanga sin meterse con nadie, cuando de repente los calvos cayeron sobre ellos.
—¿Vosotros estabais con los jamaicanos? —preguntó Peter.
—No —dijo Nibs—, nosotros estábamos entre los arbustos, mirándolo todo de lejos. Pero uno de los calvos vió a Curly, y gritó «eh, aquí hay otro de esos berenjenas» y entonces todos los calvos vinieron para dónde estábamos nosotros y claro, tuvimos que intervenir, no hubo más remedio. Tendrías que haber visto la cara de sorpresa que pusieron cuando nos vieron salir de entre los matorrales con nuestras navajas y nuestras cadenas de bicicleta.
—¿Alguna baja? —preguntó Peter.
—Sólo la nariz de Slightly —contestó Nibs.
—¿Y entre ellos?
—Curly le señaló la cara a uno con una botella rota —siguió Nibs—. Y yo perdí mi navaja porque se la llevó otro clavada en el muslo. Los demás abandonaron la lucha para llevarse los heridos a urgencias.
—Bien —dijo Peter—. Pero con tanto jaleo, es probable que vengan los cabeza de bala —él llamaba así a los bobbies— a hacer un reconocimiento. Así que todo el mundo al refugio, ¡rápido!
El refugio era la vivienda de los niños perdidos. Era un refugio antiaéreo de cuando la segunda guerra mundial, excavado bajo el Elfin Oak y posteriormente olvidado. Se accedía a él por una boca de alcantarilla oculta entre los setos, y en el interior se disponía de agua corriente y luz eléctrica. No había sido difícil hacerse con el suministro, ya que los cables y las tuberías pasaban, enterrados, por allí cerca. Estaba amueblado con desechos del basurero, pero era bastante cómodo, dejando de lado las ratas, el olor a cerrado y la ausencia de luz natural. En el rincón donde dormía Peter se guardaba, en un arcón, la mercancía: bolsas y bolsas de marihuana de la mejor calidad, frasquitos de anfetaminas blancas, rojas y azules y algunos ácidos.
Ahora, recordando todo aquello con la perspectiva que da el paso del tiempo, me doy cuenta de lo feliz que fui allí. Sí, realmente me gustaba ser un niño perdido, vestirme con ropa negra rescatada del basurero o del economato del Ejército de Salvación, adecuadamente reformada a base de escribir con brochazos blancos frases lapidarias y símbolos anarquistas. Era lo que tenías que hacer entonces para ir a la moda. También nos maquillábamos hasta parecer vampiros de ciencia-ficción o clowns malvados salidos de una pesadilla de Halloween, y nos adornábamos con imperdibles, candados y chapas de cerveza a guisa de joyas. Pero sólo Peter tenía derecho a llevar una cazadora de piel: era el símbolo de su liderazgo. Sí, creo que fuimos felices entonces. ¡Eramos tan jóvenes! Jóvenes y libres. Estábamos en esa edad en que a uno le parece que va a seguir siendo joven para siempre. Éramos alegres, inocentes y despreocupadamente crueles como sólo pueden serlo los niños. Y el tictac del cocodrilo aún se oía muy lejano. Pero no hay paraíso sin serpiente, y la nuestra era la sombra alargada del bogeyman, con su garfio de acero presto a arrancarnos el hígado. Todos teníamos miedo de él. Incluso Peter, aunque él jamás lo reconocería, claro.
Copyright © | Xavier B. Fernández, 1994 |
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Por el mismo autor | |
Fecha de publicación | Junio 2000 |
Colección | Narrativas globales |
Permalink | https://badosa.com/n091-02 |
El libro de Xavier B. Fernández, Kensington Gardens, me ha parecido francamente bueno. Creo que refleja muy bien el underground londinense de aquella época. Su estilo es directo, claro, coloquial, al tiempo que muy cuidado. Yo viví en Londres en aquella época durante algún tiempo, y he visto magistralmente retratado ese ambiente de cierta marginalidad que narra la novela. ¡¡Enhorabuena, Xavier!!
He disfrutado mucho de la calidad literaria y el uso de la mitología “Neverland” del autor... ¡¡y todo ello gratis!! Ha sido un lujo, recibe mis felicitaciones.
Es la primera vez que leo un ebook y lo hice por recomendación de la revista La mosca que se vende aquí en México, y mira justo en esta etapa en la que empiezo a cambiar mis actividades estáticas por algo que de verdad me guste hacer pues me encuentro con la recomendación de este ebook que así sin pretender una supercrítica sino un comentario simple y que me nace debo decirte que me has dado una mañana diferente a las que he tenido durante este último año, tuve un momento de imaginación y me entretuve fascinada viendo a los personajes de Kensington Gardens y al final entendí que Peter tenía que buscar a Gwen pues alguien tiene que quedar en lugar de Margaret si no después quién cuidará de los niños, si no después ya no habrá niños, pues Peter me encontraste y no dejaré de buscar a mi niño que se guardó hace algún tiempo y hoy lo encontré,
Este libro me encantó, está absolutamente genial, aunque el final es algo melancólico. Más si uno está en el movimiento. Pero me gustó mucho y lo he recomendado por todos lados. De hecho acabo de hacer una reseña.
Yo sólo soy una aficionada a la lectura de tan sólo 17 años, y he leído la primera versión, la de J.M. Barrie, y me ha parecido comparándola con la versión original, bastante realista. Me ha gustado bastante y me ha tenido super engachada (aunque un poco borde). Me ha gustado la manera de describir la época punk mezclándola con cosas de la otra versión, me ha parecido una manera muy original. Pero lo malo en mi opinión es que creo que sería mejor dejar de ser versiones de esa obra tan maravillosa que nos dejó J.M. Barrie porque PETER PAN pasará a la historia como aquel niño tonto y engreído que no tenía madre, y es mejor dejar la historia como la dejó aquel maravilloso autor J.M. Barrie.
¡Simplemente mágico! Gracias por darnos la oportunidad de disfrutar de esta maravilosa historia.
Hace un año aproximadamente leí la versión novelada de James M. Barrie (Peter Pan), mucho antes que esto tuve la dicha de ver Finding Neverland y toda esa magia en imágenes y música me capturaron. Como muy pocos sabemos la versión original nace de una obra teatral. Este año he leído muchos cuentos y obras clásicas adaptadas de acuerdo con el contexto que vivimos o estamos viviendo, Kensington Gardens no es la excepción. Xavier B. Fernández retoma la historia del niño que se niega a crecer e integrarse a un mundo tan nefasto, tan agobiante, tan claustrofóbico, más temible que esos monstruos de los cuentos y leyendas que nos narran nuestros padres o que los maestros nos recomiendan leer. Cuando leí la obra de Barrie odié a Peter Pan: el "niño" es un ser ególatra y chauvinista, realmente el motivo por el cual se lleva a Wendy es para que ella sea la madre que lo(s) cuide, le(s) dé medicina, le(s) cuente historias, lo(s) arrope, etc... y lo logra bajándole la luna, las estrellas, las hadas y las sirenas a una ilusa Wendy. El personaje de la obra de Xavier B. Fernández no queda exento de esto, la única diferencia es que los cuidados maternos son sutituidos por la venta de narcóticos, los niños perdidos lo ven tan común y corriente como quien vende un chicle o un hot dog.
Hay en toda la novela algo que me llamó curiosamente la atención y que me permito citar: "... el punk empezó a degenerar de movimiento contestatario a moda juvenil domesticada" (pág. 54) Como todos sabemos, aquí en México hace unos meses hubo manifestaciones que derivaron en violencia contra un grupo de chicos autodenominados EMOS. Estos últimos personajes se han convertido en blanco de la mercadotécnia. De hecho muchos movimientos juveniles terminan de esa forma como ocurre y se señala en la obra. La novela es excelente, realmente uno puede dejar de envejecer si hace todo lo posible por mantener vivo al niño interno, aferrarse a un punto de la vida es tan absurdo como querer que el sol nunca se esconda o que todos los días sean quincena. Hay mucho más que destacar de la novela, como la postura que adopta la ex primer ministro Margaret Thatcher, postura que incluso un país como México aplica o cualquiera que crea que ignorando o manteniendo con limosnas a los más pobres vamos a acabar con la pobreza: es absurdo; las referencias histórico-filosóficas con relación al tiempo y su inminente paso, la cita del cuadro de Goya, sin duda la más terrible de todas, la imagen grotesca del hombre-viejo devorando al hijo-joven o en todo caso, el tiempo devorando a los ilusos y efímeros humanos. Realmente como pueden darse cuenta, la novela me ENCANTÓ.
Acabo de descubrir la página y me da un gusto enorme seguir esta lista de opiniones después de uno de los mejores profesores que pueda conocer; sin duda alguna es admirable. Ahora que termino la prepa puedo decirlo. Es increíble que hace sólo unas semanas él en las aulas de la escuela compartía emosionado conmigo todos estos comentarios, los gustos y disgustos que encontró tanto en la novela de James M. Barrie como en la de Xavier B. Fernández, y ahora todo esto lo encuentro aquí.
Y es que este gran maestro fue quien me recomendó esta fantástica novela, la cual puedo decir que ahora forma parte de mis libros favoritos. Peter es y será por siempre el personaje ideal para mí, y el hecho de encontrarlo en un ambiente totalmente diferente y al mismo tiempo semejante a Nunca Jamás es estupendo. Con esta novela pude sentir a Peter cerca, por absurdo que pueda parecer. Entre peleas y movimientos punk pude acercarlo a lo que es mi realidad, la realidad de los jóvenes de ahora; y también logré entender algo a lo que quiza nunca presté atención: al cocodrilo que persigue a su presa... el tiempo que nos devora en realidad. En conclusión, ha sido la mejor aventura que he podido vivir entre las páginas de un libro; y claro, mejor aún si voy acompañada de Peter, Wendy y los niños perdidos.
Me pareció excelente este libro. Puedo decir que hasta cambió mi manera de pensar, y es que como no me había puesto a pensar cómo cambia todo: el tiempo, la vida, el amor. Sospechar que hoy tu vida puede ser cualquier cosa, o más bien verte al espejo, observarte fuerte, con un brillo en los ojos, el pelo negro (o de cualquier color, no importa), y mañana descubrirte viejo y cansado. A mis escasos 15 años lo he visto y no sólo eso, también a aquel cocodrilo acechador en busca de la vida, de mi vida. Es impresionante la cantidad de pensamientos que ahora tengo. En fin es muy recomendable este libro. Bye.
Me parece un excelente libro. En verdad que me encantó la obra: es toda muy buena y habla del punk y de mi banda favorita The Clash pero, aparte de eso, sinceramente, es mi libro favorito.
En realidad para mí es el mejor libro que he leído... Me pareció muy importante la forma en la que se desarrolla la historia... Es increíble cómo pasa el tiempo (TICK TACK LO RECUERDO) y cómo podemos vernos hoy sin compromisos "libres" y con todas las fantasías que podemos imaginar en nuestra cabeza. Gracias al escritor Xavier B. Fernández por esta edición tan expectacular... Saludos...
Me ha parecido una buena adaptación, quizá un poco forzada para hacer coincidir algunos detalles pero honesta al fin. Ha desarrollado en mí un nuevo temor por los cocodrilos/relojes, je je. Gracias.
Bravo, no tengo palabras para expresarlo. Me ha encantado y me habría gustado k hubiera sido más largo y que hubiera habido más aventuras pero, como dice Gwen, lo bueno siempre se acaba...
Y parecerá que es una opinión que sólo habla bien de su historia pero es que tengo 14 años y Peter Pan es mi personaje favorito de dibujos animados y de libro por supuesto. Me ha encantado, hasta he llorado, en el último capítulo: la melancolía de no volver a ver más a Peter, de no disfrutar más de la vida de que se termina, eso sólo dura eternamente para un niño...
Yo lo leí como parte de un trabajo escolar y me encantó. Lo leí tantas veces como pude y se lo recomendé a una amiga (Ilse) a la cual también le encantó. Es un libro que en mi opinión te pone a imaginar incluso. Gracias a este libro he escuchado a Sex Pistols que es uno de los grupos mencionados en el libro, y al oso de peluche que me regaló Ilse le pusimos "Paddy".
pues este libro esta es demasiao interesante tiene mucha tematica, yo lo lei porque tenia en la escuela que leer un libro y si mne dijeran que cual a sido mi libro favorito o con cual m fanatizo mas seria este porque en algunas partes me identifico con la lectura de wendy y en otras con la de peter punk es reconmendable este libro bueno en mi parte esta demasiado interesante
en realidad es la mejor novela que he leido en la forma en que se narra las imagenes todo es increible todo lo que te imaginas en verdad increible esta padricima
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