Y ahora ha llegado el momento de hablar de los jamaicanos. Los conocí pocos días después de unirme a los niños perdidos. Al anochecer, cuando los turistas y los paseantes ociosos abandonaban el parque y éste quedaba silencioso y solitario, verde y tenebroso como un páramo escocés, con las farolas iluminándolo suspendidas en el aire como gigantescas luciérnagas, otras gentes aparecían.
—¡Hay fiesta! ¡Hay fiesta! —empezaron a cantar los chicos en el refugio, mientras se ponían sus mejores andrajos, erizaban sus cabellos y los teñían de azul, verde, rojo y morado, rediseñaban sus rostros con rímel y lápiz de labios negro y se adornaban con sus mejores imperdibles. Peter se rodeó los ojos de rímel negro y se dibujó sendas líneas rojas en los pómulos, como un jefe indio preparándose para caminar por el sendero de la guerra, o como el mendigo que me atacó la noche en que nos conocimos. Se adornó la oreja izquierda con una pluma blanca sujeta al lóbulo con un imperdible y se engominó el pelo hasta formar una erizada cresta verde en la bisectriz del cráneo.
—¿Por qué os estáis acicalando tanto? —pregunté.
—Porque vamos a una fiesta. ¿Es que no te has enterado? —contestó Peter.
—No. ¿Qué fiesta es ésa?
—Una que dan unos amigos nuestros aquí, en el parque.
—¿Qué amigos?
—Los jamaicanos.
—¡Vaya! ¡Por fin voy a conocer a los famosos jamaicanos!
—Sí. Así que arréglate un poco. Nos lo pasaremos bien.
Me pinté el pelo de violeta y los labios de negro. Me anudé al cuello el pañuelo de leopardo, me enfundé las medias de malla llenas de agujeros y me uní a los chicos. Todos se habían engalanado a conciencia, lucían sus mejores imperdibles y sus ropas más destrozadas. Curly se había vestido de barón Samedi, el loah vudú de los cementerios: llevaba un frac con faldones de grillo, una chistera y guantes blancos como la máscara de calavera que se había pintado en la cara. Se puso a danzar a nuestro alrededor, haciendo fintas con un bastón rematado por el cráneo de un pájaro, mientras cantaba «soy el barón Samedi, soy el barón Samedi». Los gemelos, tan niños aún, coreaban el estribillo, entusiasmados. Hasta que Peter, muy serio, muy en su papel de capitán del grupo, mandó silencio. Salimos del refugio antiaéreo y nos dirigimos al lugar de reunión apiñados, con Curly danzando a nuestro alrededor la danza del barón Samedi. Peter había liberado a su luciérnaga de la caja de cerillas, así que el insecto también revoloteaba a nuestro alrededor, como Curly. Nunca he sabido cómo logró Peter amaestrar a un insecto. ¿Cómo puede nadie amaestrar a un insecto? Y sin embargo la luciérnaga nunca se escapaba, siempre revoloteaba como una minúscula estrella alrededor de su amo y volvía dócilmente a la caja cuando éste se lo ordenaba.
El lugar elegido por los jamaicanos para su fiesta era un pequeño claro entre los árboles, que desde lejos refulgía con la luz de una fogata encendida dentro de un bidón, aunque antes de ver la luz ya se oían los ritmos hipnóticos de los tambores ska.
—¡Vaya, ya han llegado los niños perdidos! —bramó un gigante de ébano vestido con una túnica verde y amarilla, tan grande como una tienda de campaña, nada más vernos. Luego supe que se llamaba, o se hacía llamar, Prince Capone III y era un avezado guerrillero urbano y un rastafari devoto de Marcus Garvey que siempre pedía perdón a Jah tras cometer un acto de violencia, como por ejemplo abrirle la cabeza a un rapado. Realmente, se pasaba media vida pidiéndole perdón a Jah.
El saludo gritado por Prince Capone III dio la señal para iniciar la fiesta: inmediatamente alguien puso en marcha el radiocassette, y los ritmos cansinos de un ska interpretado por los Wailers empezaron a sonar. Una muchacha gritó «¡Peter!», salió corriendo de entre el grupo de caras oscuras y se echó en los brazos del interpelado. Era hermosa como una pantera negra: ojos de fuego verde, dientes de nácar, y una melena de largas serpientes de azabache derramándosele por la espalda. Tras abrazar a Peter clavó en mí sus pupilas verdes y preguntó: «¿quién es la del pelo violeta?». Se lo preguntó a Peter, como si yo no estuviera ahí. Odio a la gente que hace eso.
—¿Quién es la negrita, Peter? —pregunté yo a mi vez, haciendo como si ella no estuviera ahí. Yo también sé jugar a eso.
—Oh, ella es Tiger Lily. Y ésta es Gwen. Gwen, te presento a Tiger Lily. Tiger Lily, te presento a Gwen.
Tiger Lily y yo nos miramos mutuamente de arriba abajo, cada una olisqueando la rivalidad de la otra. Peter dijo que teníamos la misma edad. Yo miré las rotundas caderas y los tiesos pechos de Tiger Lily, que tensaban la tela de su camiseta multicolor como los hocicos de dos hurones asomando por el agujero de su madriguera, y me resistí a creerlo. Me pasé una mano disimuladamente por mis caderas de muchacho y mis apenas insinuados pechos. La misma edad. No era justo. Tiger Lily reparó en mi gesto, y esbozó una sonrisa de victoria.
—No te preocupes, querida —dijo—. El día menos pensado te empezarán a doler y te saldrán, plop, plop, como dos espinillas gigantes. Y entonces quizá ya no te guste tanto tenerlas grandes.
Entre tanto, la fiesta había comenzado. Los jamaicanos y los niños perdidos danzaban alrededor de la hoguera al ritmo de los Wailers, de Bob Marley, de Peter Tosh y de Jimmy Cliff. Los jamaicanos bailaban con balanceos hipnóticos, los niños perdidos con violentos espasmos. Curly seguía muy metido en su papel de Barón Samedi, y hacía girar su bastón sobre la cabeza como una majorette macabra. Un par de inmensos cigarros de ganja pasaban de mano en mano, aromatizando el aire con su humo.
—¿Qué me has traído, Tiger Lily? —preguntó Peter.
—A mí misma. ¿Te parece poco?
—¿Y además?
—Cinco libras de hierba jamaicana de la mejor calidad, recién llegada de la isla.
—Espero que tus chicos no se la fumen toda en la fiesta —observó Peter, mirando cómo uno de los grandes canutos de ganja pasaba de mano en mano.
—Ésa es aparte, cielo. La tuya está empaquetada y reservada.
—Estupendo. ¿Hablamos del precio?
—Luego habrá tiempo para eso. Ahora ven conmigo, vamos a bailar.
Peter sonrió, se abrazó a ella y bailaron juntos. Y mientras bailaban se reían, y se reían y se reían, sin acordarse ya para nada de mí. Yo me quedé allí sola, de pie, con una botella de cerveza que alguien me había pasado en la mano. Dios, cómo odiaba a Tiger Lily. Odiaba su piel de azabache bruñido. Odiaba sus dientes de perla. Odiaba sus ojos de pantera. Odiaba su pelo de serpientes. Pero, sobre todo, odiaba sus pechos, que en aquel momento se aplastaban contra el pecho de Peter. Dios, cómo odiaba sus pechos. Cómo me alegré cuando, de pronto, un grupo de gangsters salió de la oscuridad y cayó encima de nosotros, blandiendo porras de cuero rellenas de arena, bates de béisbol y nudilleras de acero, interrumpiendo la fiesta, interrumpiendo el baile de Peter con Tiger Lily.
Peter gritó: «¡Descarriados!», el nombre de guerra de nuestro grupo, y, con un clic, hizo crecer en su puño la afilada hoja de su navaja de resorte, justo a tiempo para hundirla en el vientre de un maltés con la cara llena de cicatrices que se abalanzaba sobre él haciendo girar una cadena de bicicleta.
Slightly también blandía una cadena de bicicleta. Normalmente colgaba sobre su vientre como la cadena de un reloj, pero en ocasiones como aquélla demostraba su verdadera utilidad. Nibs se las arreglaba con una botella de cerveza rota, y se las arreglaba muy bien, a juzgar por el rostro ensangrentado del gángster más cercano a él. Curly le vació un ojo a otro con un golpe de su bastón de barón Samedí. En adelante tendría que usar un parche, como un pirata. Los gemelos, demasiado pequeños para pelear, se escabulleron entre los arbustos. En cuanto a los jamaicanos... bueno, ellos hacían lo que podían, que no era demasiado, excepto en el caso de Prince Capone III, cuyos puños grandes como mazas rompían cráneos como si fueran nueces.
Y más allá de la luz de la hoguera, una figura alta y oscura gesticulaba y gritaba. Decía: «¡Dejad a los negros! ¡Coged a los chicos blancos!». La luz de la hoguera arrancó un destello de su mano derecha, por un instante.
Siguiendo las instrucciones de su jefe, los gangsters apartaban a empujones a los jamaicanos y trataban de coger a los niños blancos, o sea a nosotros. Pero Peter gritó una orden y de repente todos nos escabullimos en la oscuridad, hacia alguna de las múltiples entradas secretas a nuestro refugio. En menos tiempo del que se tarda en estornudar, todos habíamos desaparecido bajo tierra, dejando que los morenitos se las entendieran con los energúmenos. Pero a Peter aún le dio tiempo de agarrar el paquete de cinco libras de hierba. Cuando llegamos al refugio lo mostró orgulloso, como un trofeo. Nunca se lo pagó a Tiger Lily. Días después le dijo que no sabía nada de la hierba, que seguramente se la habrían llevado aquellos tipos, que obviamente habían venido a interrumpir aquella transacción porque nosotros éramos la competencia. Sospecho que Tiger Lily no se lo acabó de creer, porque era público y notorio que los niños perdidos seguíamos vendiendo hierba de primera calidad por todas partes como si nada, pero nunca más volvió a sacar el tema, ni se enfadó con Peter. Es difícil enfadarse con Peter.
Copyright © | Xavier B. Fernández, 1994 |
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Por el mismo autor | |
Fecha de publicación | Agosto 2000 |
Colección | Narrativas globales |
Permalink | https://badosa.com/n091-05 |
El libro de Xavier B. Fernández, Kensington Gardens, me ha parecido francamente bueno. Creo que refleja muy bien el underground londinense de aquella época. Su estilo es directo, claro, coloquial, al tiempo que muy cuidado. Yo viví en Londres en aquella época durante algún tiempo, y he visto magistralmente retratado ese ambiente de cierta marginalidad que narra la novela. ¡¡Enhorabuena, Xavier!!
He disfrutado mucho de la calidad literaria y el uso de la mitología “Neverland” del autor... ¡¡y todo ello gratis!! Ha sido un lujo, recibe mis felicitaciones.
Es la primera vez que leo un ebook y lo hice por recomendación de la revista La mosca que se vende aquí en México, y mira justo en esta etapa en la que empiezo a cambiar mis actividades estáticas por algo que de verdad me guste hacer pues me encuentro con la recomendación de este ebook que así sin pretender una supercrítica sino un comentario simple y que me nace debo decirte que me has dado una mañana diferente a las que he tenido durante este último año, tuve un momento de imaginación y me entretuve fascinada viendo a los personajes de Kensington Gardens y al final entendí que Peter tenía que buscar a Gwen pues alguien tiene que quedar en lugar de Margaret si no después quién cuidará de los niños, si no después ya no habrá niños, pues Peter me encontraste y no dejaré de buscar a mi niño que se guardó hace algún tiempo y hoy lo encontré,
Este libro me encantó, está absolutamente genial, aunque el final es algo melancólico. Más si uno está en el movimiento. Pero me gustó mucho y lo he recomendado por todos lados. De hecho acabo de hacer una reseña.
Yo sólo soy una aficionada a la lectura de tan sólo 17 años, y he leído la primera versión, la de J.M. Barrie, y me ha parecido comparándola con la versión original, bastante realista. Me ha gustado bastante y me ha tenido super engachada (aunque un poco borde). Me ha gustado la manera de describir la época punk mezclándola con cosas de la otra versión, me ha parecido una manera muy original. Pero lo malo en mi opinión es que creo que sería mejor dejar de ser versiones de esa obra tan maravillosa que nos dejó J.M. Barrie porque PETER PAN pasará a la historia como aquel niño tonto y engreído que no tenía madre, y es mejor dejar la historia como la dejó aquel maravilloso autor J.M. Barrie.
¡Simplemente mágico! Gracias por darnos la oportunidad de disfrutar de esta maravilosa historia.
Hace un año aproximadamente leí la versión novelada de James M. Barrie (Peter Pan), mucho antes que esto tuve la dicha de ver Finding Neverland y toda esa magia en imágenes y música me capturaron. Como muy pocos sabemos la versión original nace de una obra teatral. Este año he leído muchos cuentos y obras clásicas adaptadas de acuerdo con el contexto que vivimos o estamos viviendo, Kensington Gardens no es la excepción. Xavier B. Fernández retoma la historia del niño que se niega a crecer e integrarse a un mundo tan nefasto, tan agobiante, tan claustrofóbico, más temible que esos monstruos de los cuentos y leyendas que nos narran nuestros padres o que los maestros nos recomiendan leer. Cuando leí la obra de Barrie odié a Peter Pan: el "niño" es un ser ególatra y chauvinista, realmente el motivo por el cual se lleva a Wendy es para que ella sea la madre que lo(s) cuide, le(s) dé medicina, le(s) cuente historias, lo(s) arrope, etc... y lo logra bajándole la luna, las estrellas, las hadas y las sirenas a una ilusa Wendy. El personaje de la obra de Xavier B. Fernández no queda exento de esto, la única diferencia es que los cuidados maternos son sutituidos por la venta de narcóticos, los niños perdidos lo ven tan común y corriente como quien vende un chicle o un hot dog.
Hay en toda la novela algo que me llamó curiosamente la atención y que me permito citar: "... el punk empezó a degenerar de movimiento contestatario a moda juvenil domesticada" (pág. 54) Como todos sabemos, aquí en México hace unos meses hubo manifestaciones que derivaron en violencia contra un grupo de chicos autodenominados EMOS. Estos últimos personajes se han convertido en blanco de la mercadotécnia. De hecho muchos movimientos juveniles terminan de esa forma como ocurre y se señala en la obra. La novela es excelente, realmente uno puede dejar de envejecer si hace todo lo posible por mantener vivo al niño interno, aferrarse a un punto de la vida es tan absurdo como querer que el sol nunca se esconda o que todos los días sean quincena. Hay mucho más que destacar de la novela, como la postura que adopta la ex primer ministro Margaret Thatcher, postura que incluso un país como México aplica o cualquiera que crea que ignorando o manteniendo con limosnas a los más pobres vamos a acabar con la pobreza: es absurdo; las referencias histórico-filosóficas con relación al tiempo y su inminente paso, la cita del cuadro de Goya, sin duda la más terrible de todas, la imagen grotesca del hombre-viejo devorando al hijo-joven o en todo caso, el tiempo devorando a los ilusos y efímeros humanos. Realmente como pueden darse cuenta, la novela me ENCANTÓ.
Acabo de descubrir la página y me da un gusto enorme seguir esta lista de opiniones después de uno de los mejores profesores que pueda conocer; sin duda alguna es admirable. Ahora que termino la prepa puedo decirlo. Es increíble que hace sólo unas semanas él en las aulas de la escuela compartía emosionado conmigo todos estos comentarios, los gustos y disgustos que encontró tanto en la novela de James M. Barrie como en la de Xavier B. Fernández, y ahora todo esto lo encuentro aquí.
Y es que este gran maestro fue quien me recomendó esta fantástica novela, la cual puedo decir que ahora forma parte de mis libros favoritos. Peter es y será por siempre el personaje ideal para mí, y el hecho de encontrarlo en un ambiente totalmente diferente y al mismo tiempo semejante a Nunca Jamás es estupendo. Con esta novela pude sentir a Peter cerca, por absurdo que pueda parecer. Entre peleas y movimientos punk pude acercarlo a lo que es mi realidad, la realidad de los jóvenes de ahora; y también logré entender algo a lo que quiza nunca presté atención: al cocodrilo que persigue a su presa... el tiempo que nos devora en realidad. En conclusión, ha sido la mejor aventura que he podido vivir entre las páginas de un libro; y claro, mejor aún si voy acompañada de Peter, Wendy y los niños perdidos.
Me pareció excelente este libro. Puedo decir que hasta cambió mi manera de pensar, y es que como no me había puesto a pensar cómo cambia todo: el tiempo, la vida, el amor. Sospechar que hoy tu vida puede ser cualquier cosa, o más bien verte al espejo, observarte fuerte, con un brillo en los ojos, el pelo negro (o de cualquier color, no importa), y mañana descubrirte viejo y cansado. A mis escasos 15 años lo he visto y no sólo eso, también a aquel cocodrilo acechador en busca de la vida, de mi vida. Es impresionante la cantidad de pensamientos que ahora tengo. En fin es muy recomendable este libro. Bye.
Me parece un excelente libro. En verdad que me encantó la obra: es toda muy buena y habla del punk y de mi banda favorita The Clash pero, aparte de eso, sinceramente, es mi libro favorito.
En realidad para mí es el mejor libro que he leído... Me pareció muy importante la forma en la que se desarrolla la historia... Es increíble cómo pasa el tiempo (TICK TACK LO RECUERDO) y cómo podemos vernos hoy sin compromisos "libres" y con todas las fantasías que podemos imaginar en nuestra cabeza. Gracias al escritor Xavier B. Fernández por esta edición tan expectacular... Saludos...
Me ha parecido una buena adaptación, quizá un poco forzada para hacer coincidir algunos detalles pero honesta al fin. Ha desarrollado en mí un nuevo temor por los cocodrilos/relojes, je je. Gracias.
Bravo, no tengo palabras para expresarlo. Me ha encantado y me habría gustado k hubiera sido más largo y que hubiera habido más aventuras pero, como dice Gwen, lo bueno siempre se acaba...
Y parecerá que es una opinión que sólo habla bien de su historia pero es que tengo 14 años y Peter Pan es mi personaje favorito de dibujos animados y de libro por supuesto. Me ha encantado, hasta he llorado, en el último capítulo: la melancolía de no volver a ver más a Peter, de no disfrutar más de la vida de que se termina, eso sólo dura eternamente para un niño...
Yo lo leí como parte de un trabajo escolar y me encantó. Lo leí tantas veces como pude y se lo recomendé a una amiga (Ilse) a la cual también le encantó. Es un libro que en mi opinión te pone a imaginar incluso. Gracias a este libro he escuchado a Sex Pistols que es uno de los grupos mencionados en el libro, y al oso de peluche que me regaló Ilse le pusimos "Paddy".
pues este libro esta es demasiao interesante tiene mucha tematica, yo lo lei porque tenia en la escuela que leer un libro y si mne dijeran que cual a sido mi libro favorito o con cual m fanatizo mas seria este porque en algunas partes me identifico con la lectura de wendy y en otras con la de peter punk es reconmendable este libro bueno en mi parte esta demasiado interesante
en realidad es la mejor novela que he leido en la forma en que se narra las imagenes todo es increible todo lo que te imaginas en verdad increible esta padricima
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