A la mañana siguiente Smee me despertó con una taza de té y una sonrisa en su cara de luna. Junto con el té trajo tostadas, mantequilla, mermelada y un par de huevos fritos. Después me aseé, me vestí y Smee me llevó a reunirme con el capitán, en la sala abarrotada de tesoros que la noche anterior me había parecido tan siniestra pero que entonces, a la luz del sol tamizado por las nubes, era mucho menos inquietante. La imagen de Saturno devorando a su hijo era tan sólo un trozo de tela pintado, y el perpetuo tictac del reloj con péndulo de cocodrilo era tan sólo un rumor de fondo. Tan poderosa es la magia de la luz del sol. Como la noche anterior, el capitán estaba de espaldas, mirando por la ventana, con el abrigo negro echado sobre los hombros como una capa. Se giró, y volvió a clavarme sus ojos azules como ayer noche. Esos ojos daban el mismo miedo luciera el sol que luciera. Había cambiado el smoking por una chaqueta azul marino y una corbata con los colores de Oxford.
—Ah, ya estás lista —dijo—. Bueno, vamos.
Bajamos al garaje, donde dormía la gran limusina negra, como un negro buque varado en el malecón del puerto. Había otros dos automóviles allí, y los hombres haraganeaban a su alrededor, hasta que el capitán, al entrar, les hizo un gesto seco y se apresuraron a meterse en los coches. El capitán, Smee y yo entramos en la gran limusina. Rob Mullins era el chófer. Los tres automóviles salieron del garaje hacia el tráfico de Londres, surcándolo con destino a Kensington Gardens.
El capitán estaba nervioso. Jugueteaba con su bastón de pomo de plata en forma de calavera y se giraba continuamente a mirar por el parabrisas posterior.
—No se preocupe, capitán. No nos sigue nadie —dijo Smee, que también había advertido la intranquilidad del capitán. Y no parecía gustarle nada, por cierto.
—¿Seguro? ¿No oyes eso? —contestó el capitán.
—Sólo oigo el ruido del tráfico, capitán.
—¿Y el reloj?
—No, capitán, no oigo ningún reloj. Tranquilícese. Eso no son más que aprensiones.
—¡Aprensiones! ¿Y tú qué sabes, cretino? Sólo eres un condenado irlandés carente de toda sensibilidad. Pero ten cuidado, porque también viene a por ti.
—¿El cocodrilo?
—El cocodrilo.
—No hay cocodrilos en Inglaterra, capitán. Bueno, excepto en el parque zoológico. Aquí el clima es demasiado frío para ellos.
—Y tú qué sabrás, irlandés comedor de patatas... —rezongó el capitán. Yo les escuchaba con atención, tratando de comprender de qué hablaban. ¿Qué era eso del cocodrilo? ¿Una clave?
El capitán se dio cuenta de que le miraba.
—Sí, el cocodrilo, niña —me soltó de pronto—. A ti también te persigue. Sólo que eres demasiado joven y demasiado estúpida para darte cuenta. Pero, si por casualidad sales viva de ésta y llegas a mi edad, lo notarás.
—¿De qué cocodrilo habla? —respondí, haciendo caso omiso de los gestos que, a escondidas del capitán, me dirigía Smee, golpeándose los labios con el índice, en una muda recomendación de silencio.
—Del cocodrilo que da vueltas al globo terráqueo sin parar, una vez y otra, y otra, y otra. Cada veinticuatro horas pasa por todos los meridianos, al ritmo que le marca el tictac que hace el reloj de su vientre.
—¿Qué es eso, una leyenda india? —dije, procurando que mi voz sonase despreciativa. De reojo veía cómo Smee intensificaba sus muecas.
—Tú no sabes nada, mocosa —respondió el capitán—. ¿Sabes que antes mi pelo era negro como la brea? Pero ahora cada vez hay más gris mezclado con el negro. Cada vez que me miro en un espejo veo el color gris avanzando inexorable como un ejército conquistador, ganando terreno poco a poco. Inexorable... como el cocodrilo.
—La vida es un largo caminar desde la cuna a la tumba, capitán —intervino Smee—. Aunque para algunos es un caminar muy breve, y eso es peor. Pero todos empezamos a envejecer desde que nacemos. Eso solía decir mi abuela, allá en Belfast.
—Pero no es justo, irlandés. No es justo que ese estúpido mocoso...
—No hay por qué ponerse así. Al fin y al cabo, es sólo un niño, capitán.
—Sólo un niño...
—Sí, capitán.
—Ningún niño me ha querido nunca.
—¿Capitán?
—En cambio a ti sí. Los niños te encuentran simpático. Mira a esta mocosa, está encantada contigo. Y eso que la llevas secuestrada. Me he dado cuenta, ¿sabes? Cuando los otros atrapan a un niño, éste se debate y patalea como un gato con una guindilla en el culo. Pero basta que tú le pongas una mano encima para que se calme. ¿Cómo lo consigues? ¿Qué haces?
—Euh... no lo sé, capitán. No me parece que haga nada. Simplemente sucede. La verdad es que nunca lo había pensado.
—Pues yo sí lo he pensado, muchas veces. Pero nunca lo he entendido. ¿Por qué jamás le he gustado a un niño?
—No lo sé, capitán. Las cosas son como son.
—Cierto. Así que utiliza tu encanto para atrapar a ese mocoso.
Mientras tanto habíamos llegado a los Gardens, aparcamos los coches y toda la cuadrilla salió a mezclarse con los enjambres de turistas que pululaban por allí. Smee se encadenó a mí con unas esposas que ocultó bajo nuestras respectivas mangas. Íbamos cogidos de la mano, como un padre y una hija paseando juntos. Yo sabía de sobra que los niños perdidos no asomarían la nariz, pero si Margaret anduviera por allí... pero sólo había japoneses parlanchines haciendo fotos, americanos fofos cacareándose entre ellos lo muuuy inglés que era toooodo y algunas niñas pijas montando a caballo por el Rotten Row. Nadie parecía reparar en nosotros, a pesar de que los rostros esculpidos a hachazos de los hombres del capitán destacaban de entre la multitud como un grupo de jabalís destacaría en mitad de una piara de cerdos de granja. Siguiendo mis indicaciones, llegamos hasta el lugar donde está la fuente con la estatua del niño fauno y el árbol tallado con rostros de elfos. Le dije al capitán que allí era donde nos solíamos reunir, lo cual era cierto, aunque no le mencioné que lo hacíamos un par de metros más abajo, bajo tierra, en un antiguo refugio antiaéreo olvidado por todos.
Los hombres tomaron posiciones, y el capitán se sentó a esperar en un banco. Smee me compró un helado. Y así pasaron las horas, hasta que anocheció. El capitán acabó por impacientarse por la inactividad y ordenó, irritado, que regresáramos al cuartel general.
—No ha sido una jornada perdida, capitán —iba diciendo Smee, durante el camino de vuelta—. Seguro que los compañeros de la niña nos han visto. Ahora saben que la tenemos...
Pero el capitán sólo refunfuñaba:
—Cállate, Smee— y, de vez en cuando, se giraba para mirar a través del parabrisas trasero.
Así que regresamos al caserón que los gangsters usaban como cuartel general y almacén. Y, en la sala llena de cajas de embalaje y tesoros de anticuario, el capitán reunió a sus hombres alrededor de la pintura de Goya. Abrió la boca para empezar a hablar... para darles instrucciones, para hacerles reproches, para arengarles, quizá. Nunca lo supimos. Porque antes de que pudiese pronunciar la primera sílaba, tres objetos salieron volando de entre las cajas, dejando una estela de humo tras ellos, y golpearon con estrépito metálico el suelo. Inmediatamente, la sala se llenó de una niebla espesa y axfisiante, que picaba en la garganta y hacía llorar los ojos. Los gangsters empezaron a moverse de un lado para otro entre ella como sombras frenéticas, hasta que, de pronto, Bill Jukes lanzó un grito y cayó como un árbol talado. Una cortina de sangre le manaba del cuello sobre el pecho, haciendo naufragar en una marea roja el fantástico galeón que tenía allí tatuado. Yo estaba casi cegada por las lágrimas, pero vi cómo, a mi lado, Black Murphy sacó de entre los pliegues de su gabardina sendos revólveres que empuñó y amartilló justo antes de que una sombra surgiera de entre la niebla y le golpeara la cabeza con un largo palo, enviándole al suelo, donde hundió la cara en el charco que estaba empezando a formarse con la sangre de Bill Jukes. La sombra volvió a perderse en la niebla. Tenía serpientes en la cabeza, como una gorgona. Muchas otras siluetas de melena serpentiforme deambulaban por toda la habitación, atacando a los gangsters desconcertados y medio cegados. Vi al capitán fintando frenético con el aguijón de su estoque. Un monstruo salió de la niebla y se abalanzó sobre mí: tenía una gran trompa y ojos bulbosos. Antes de que yo pudiera gritar, el monstruo se arrancó la cara, que era una máscara antigás, y se convirtió en Peter. Me cogió de la mano.
—¡Vámonos! —gritó.
Nos fuimos. Me puse la máscara de Peter, y sentí algo de alivio en los ojos y la garganta. Por todas partes veía sombras luchando contra sombras, rompiendo cajas de embalaje, candelabros, sillas y cuadros de incalculable valor, derribando con estrépito objetos de bronce y plata. Y por encima del fragor de aquella batalla se oía la voz del capitán.
—¡Matadlos a todos! ¡Que no escapen!—rugía. Su garra de acero y su estoque hacían brotar surtidores de sangre en sus atacantes y en algunos de sus hombres, porque el capitán también estaba medio cegado por la niebla y atacaba con furia cualquier cosa que se le aproximase.
Salimos corriendo de la habitación, del apartamento, del edificio. Pronto nos encontramos en la calle, en una pequeña plaza no muy lejos de los Gardens. El resto de los niños perdidos y los jamaicanos —pues los atacantes con cabezas de gorgona eran los jamaicanos amigos de Peter— nos seguían, arrancándose las máscaras antigás de ojos bulbosos y trompas de tapir que tan bien les habían servido para luchar entre las brumas del gas lacrimógeno. Y todos juntos corrimos, corrimos y corrimos, y no paramos hasta alcanzar la acogedora penumbra verde de nuestro bosque de Sherwood particular.
Copyright © | Xavier B. Fernández, 1994 |
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Por el mismo autor | |
Fecha de publicación | Septiembre 2000 |
Colección | Narrativas globales |
Permalink | https://badosa.com/n091-08 |
El libro de Xavier B. Fernández, Kensington Gardens, me ha parecido francamente bueno. Creo que refleja muy bien el underground londinense de aquella época. Su estilo es directo, claro, coloquial, al tiempo que muy cuidado. Yo viví en Londres en aquella época durante algún tiempo, y he visto magistralmente retratado ese ambiente de cierta marginalidad que narra la novela. ¡¡Enhorabuena, Xavier!!
He disfrutado mucho de la calidad literaria y el uso de la mitología “Neverland” del autor... ¡¡y todo ello gratis!! Ha sido un lujo, recibe mis felicitaciones.
Es la primera vez que leo un ebook y lo hice por recomendación de la revista La mosca que se vende aquí en México, y mira justo en esta etapa en la que empiezo a cambiar mis actividades estáticas por algo que de verdad me guste hacer pues me encuentro con la recomendación de este ebook que así sin pretender una supercrítica sino un comentario simple y que me nace debo decirte que me has dado una mañana diferente a las que he tenido durante este último año, tuve un momento de imaginación y me entretuve fascinada viendo a los personajes de Kensington Gardens y al final entendí que Peter tenía que buscar a Gwen pues alguien tiene que quedar en lugar de Margaret si no después quién cuidará de los niños, si no después ya no habrá niños, pues Peter me encontraste y no dejaré de buscar a mi niño que se guardó hace algún tiempo y hoy lo encontré,
Este libro me encantó, está absolutamente genial, aunque el final es algo melancólico. Más si uno está en el movimiento. Pero me gustó mucho y lo he recomendado por todos lados. De hecho acabo de hacer una reseña.
Yo sólo soy una aficionada a la lectura de tan sólo 17 años, y he leído la primera versión, la de J.M. Barrie, y me ha parecido comparándola con la versión original, bastante realista. Me ha gustado bastante y me ha tenido super engachada (aunque un poco borde). Me ha gustado la manera de describir la época punk mezclándola con cosas de la otra versión, me ha parecido una manera muy original. Pero lo malo en mi opinión es que creo que sería mejor dejar de ser versiones de esa obra tan maravillosa que nos dejó J.M. Barrie porque PETER PAN pasará a la historia como aquel niño tonto y engreído que no tenía madre, y es mejor dejar la historia como la dejó aquel maravilloso autor J.M. Barrie.
¡Simplemente mágico! Gracias por darnos la oportunidad de disfrutar de esta maravilosa historia.
Hace un año aproximadamente leí la versión novelada de James M. Barrie (Peter Pan), mucho antes que esto tuve la dicha de ver Finding Neverland y toda esa magia en imágenes y música me capturaron. Como muy pocos sabemos la versión original nace de una obra teatral. Este año he leído muchos cuentos y obras clásicas adaptadas de acuerdo con el contexto que vivimos o estamos viviendo, Kensington Gardens no es la excepción. Xavier B. Fernández retoma la historia del niño que se niega a crecer e integrarse a un mundo tan nefasto, tan agobiante, tan claustrofóbico, más temible que esos monstruos de los cuentos y leyendas que nos narran nuestros padres o que los maestros nos recomiendan leer. Cuando leí la obra de Barrie odié a Peter Pan: el "niño" es un ser ególatra y chauvinista, realmente el motivo por el cual se lleva a Wendy es para que ella sea la madre que lo(s) cuide, le(s) dé medicina, le(s) cuente historias, lo(s) arrope, etc... y lo logra bajándole la luna, las estrellas, las hadas y las sirenas a una ilusa Wendy. El personaje de la obra de Xavier B. Fernández no queda exento de esto, la única diferencia es que los cuidados maternos son sutituidos por la venta de narcóticos, los niños perdidos lo ven tan común y corriente como quien vende un chicle o un hot dog.
Hay en toda la novela algo que me llamó curiosamente la atención y que me permito citar: "... el punk empezó a degenerar de movimiento contestatario a moda juvenil domesticada" (pág. 54) Como todos sabemos, aquí en México hace unos meses hubo manifestaciones que derivaron en violencia contra un grupo de chicos autodenominados EMOS. Estos últimos personajes se han convertido en blanco de la mercadotécnia. De hecho muchos movimientos juveniles terminan de esa forma como ocurre y se señala en la obra. La novela es excelente, realmente uno puede dejar de envejecer si hace todo lo posible por mantener vivo al niño interno, aferrarse a un punto de la vida es tan absurdo como querer que el sol nunca se esconda o que todos los días sean quincena. Hay mucho más que destacar de la novela, como la postura que adopta la ex primer ministro Margaret Thatcher, postura que incluso un país como México aplica o cualquiera que crea que ignorando o manteniendo con limosnas a los más pobres vamos a acabar con la pobreza: es absurdo; las referencias histórico-filosóficas con relación al tiempo y su inminente paso, la cita del cuadro de Goya, sin duda la más terrible de todas, la imagen grotesca del hombre-viejo devorando al hijo-joven o en todo caso, el tiempo devorando a los ilusos y efímeros humanos. Realmente como pueden darse cuenta, la novela me ENCANTÓ.
Acabo de descubrir la página y me da un gusto enorme seguir esta lista de opiniones después de uno de los mejores profesores que pueda conocer; sin duda alguna es admirable. Ahora que termino la prepa puedo decirlo. Es increíble que hace sólo unas semanas él en las aulas de la escuela compartía emosionado conmigo todos estos comentarios, los gustos y disgustos que encontró tanto en la novela de James M. Barrie como en la de Xavier B. Fernández, y ahora todo esto lo encuentro aquí.
Y es que este gran maestro fue quien me recomendó esta fantástica novela, la cual puedo decir que ahora forma parte de mis libros favoritos. Peter es y será por siempre el personaje ideal para mí, y el hecho de encontrarlo en un ambiente totalmente diferente y al mismo tiempo semejante a Nunca Jamás es estupendo. Con esta novela pude sentir a Peter cerca, por absurdo que pueda parecer. Entre peleas y movimientos punk pude acercarlo a lo que es mi realidad, la realidad de los jóvenes de ahora; y también logré entender algo a lo que quiza nunca presté atención: al cocodrilo que persigue a su presa... el tiempo que nos devora en realidad. En conclusión, ha sido la mejor aventura que he podido vivir entre las páginas de un libro; y claro, mejor aún si voy acompañada de Peter, Wendy y los niños perdidos.
Me pareció excelente este libro. Puedo decir que hasta cambió mi manera de pensar, y es que como no me había puesto a pensar cómo cambia todo: el tiempo, la vida, el amor. Sospechar que hoy tu vida puede ser cualquier cosa, o más bien verte al espejo, observarte fuerte, con un brillo en los ojos, el pelo negro (o de cualquier color, no importa), y mañana descubrirte viejo y cansado. A mis escasos 15 años lo he visto y no sólo eso, también a aquel cocodrilo acechador en busca de la vida, de mi vida. Es impresionante la cantidad de pensamientos que ahora tengo. En fin es muy recomendable este libro. Bye.
Me parece un excelente libro. En verdad que me encantó la obra: es toda muy buena y habla del punk y de mi banda favorita The Clash pero, aparte de eso, sinceramente, es mi libro favorito.
En realidad para mí es el mejor libro que he leído... Me pareció muy importante la forma en la que se desarrolla la historia... Es increíble cómo pasa el tiempo (TICK TACK LO RECUERDO) y cómo podemos vernos hoy sin compromisos "libres" y con todas las fantasías que podemos imaginar en nuestra cabeza. Gracias al escritor Xavier B. Fernández por esta edición tan expectacular... Saludos...
Me ha parecido una buena adaptación, quizá un poco forzada para hacer coincidir algunos detalles pero honesta al fin. Ha desarrollado en mí un nuevo temor por los cocodrilos/relojes, je je. Gracias.
Bravo, no tengo palabras para expresarlo. Me ha encantado y me habría gustado k hubiera sido más largo y que hubiera habido más aventuras pero, como dice Gwen, lo bueno siempre se acaba...
Y parecerá que es una opinión que sólo habla bien de su historia pero es que tengo 14 años y Peter Pan es mi personaje favorito de dibujos animados y de libro por supuesto. Me ha encantado, hasta he llorado, en el último capítulo: la melancolía de no volver a ver más a Peter, de no disfrutar más de la vida de que se termina, eso sólo dura eternamente para un niño...
Yo lo leí como parte de un trabajo escolar y me encantó. Lo leí tantas veces como pude y se lo recomendé a una amiga (Ilse) a la cual también le encantó. Es un libro que en mi opinión te pone a imaginar incluso. Gracias a este libro he escuchado a Sex Pistols que es uno de los grupos mencionados en el libro, y al oso de peluche que me regaló Ilse le pusimos "Paddy".
pues este libro esta es demasiao interesante tiene mucha tematica, yo lo lei porque tenia en la escuela que leer un libro y si mne dijeran que cual a sido mi libro favorito o con cual m fanatizo mas seria este porque en algunas partes me identifico con la lectura de wendy y en otras con la de peter punk es reconmendable este libro bueno en mi parte esta demasiado interesante
en realidad es la mejor novela que he leido en la forma en que se narra las imagenes todo es increible todo lo que te imaginas en verdad increible esta padricima
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