Durante los primeros meses, después de irme a vivir con Margaret, aún asistía con cierta frecuencia a los locales de ambiente punk. Me teñí el pelo de violeta, me compré un montón de ropa en Swanky y en Boy, y un montón de cachivaches extravagantes en la tienda de Malcolm McLaren. Me hice un piercing en la nariz y un tatuaje en el trasero. Margaret, madre tardía, todo me lo consentía.
Pero los tiempos seguían cambiando, y para peor. El movimiento punk se iba disolviendo como un terrón de azúcar en el té. Su orgulloso grito de guerra original, no future, fue sustituido por el patético punk not dead. Y es una mala señal que tengas que ir gritando a la gente que no estás muerto: quizá es porque realmente lo estás.
Johnny Rotten fundó un nuevo grupo, llamado Public Image Limited, ya alejado de la estética punk. Estaba bien, pero no consiguió reproducir el éxito de los Pistols ni de lejos. Sid Vicious caminó cuesta abajo por el lado salvaje de la vida, en compañía de su novia Nancy, de fracaso en fracaso, hasta que una noche, en una habitación del hotel Chelsea de Nueva York y con mucha heroína de por medio, Sid apuñaló a Nancy en el vientre. Poco después Sid moría de sobredosis en la cárcel. Su madre, una vieja hippie, le había suministrado una dosis excesivamente pura. De esa forma consiguió el movimiento punk su mártir y su epitafio. Tres meses después la bruja del este Margaret Thatcher ganó las elecciones e inició su virreinato. Empezaban tiempos amargos. Los Clash habían publicado un disco doble que era una obra maestra, London Calling, pero después empezaron a dar tumbos. Aún publicarían otro álbum muy bueno, Sandinista, pero se separarían a las malas dos años y dos discos más tarde. Todos los demás, The Dictators, The Jam, The Pogues, Generation X, Siouxie & the Banshees, fueron abandonando el escenario lenta y silenciosamente. Yo dejé de teñirme el pelo y entré en la universidad. Para entonces los pechos ya me habían crecido bastante, y tensaban mi blusa como los hocicos de dos hurones que pugnaran por salir de sus madrigueras. Y descubrí que Tiger Lily tenía razón: ahora que los tengo, no me parecen tan gran cosa. Más bien son un engorro, a veces. El día en que cumplí veinte años fui a Kensington Gardens y me senté en aquel banco cerca de la estatua del fauno que toca la flauta. Al cabo de un rato se me acercó un chico de unos dieciséis años. Llevaba el pelo teñido de naranja y los ojos ocultos tras unas RayBan Wayfarer muy oscuras. Vestía un abrigo negro que le llegaba hasta los tobillos, de ésos que se pusieron de moda durante la primera mitad de los ochenta.
—¿Gwen? ¿Eres tú? —dijo.
—Sí, Peter, soy yo.
—¡Vaya! Estás muy cambiada.
—He crecido. Tú, en cambio, estás como siempre.
—Pues sí, ya ves.
—No lo entiendo. ¿Por qué no creces?
—Porque no quiero.
—¿Es tan sencillo como eso?
—Es tan sencillo como eso. Y tú, ¿por qué estás tan empeñada en crecer?
—Porque no me queda más remedio. Es ley de vida, no tenemos más opción que ir envejeciendo.
—No es cierto. La gente envejece porque quiere. Llega un momento en que se dicen a sí mismos: «ahora ya tengo tantos años, ya soy mayor, y debo acomodar mi aspecto y mi actitud a la edad que tengo» y por eso envejecen. Envejecer es un acto de voluntad, Gwen.
—No es verdad. La vida tiene sus etapas. Hay que saber adaptarse a ellas —respondí, pero Peter ya no me escuchaba. Miraba en todas direcciones, impaciente. Impaciente como un niño.
—Sí, bueno, no sé —dijo—. Quizá. ¿Quieres comprar éxtasis?, ¿Centraminas?, ¿Vinavil?
—No, no quiero comprar nada.
—Lástima. Bueno, ahora debo irme —y se levantó y echó a correr, sin previo aviso.
—¡Peter! —grité, y yo también me levanté del banco de un salto, pero demasiado tarde. Peter ya era un bulto en la lejanía.
Y el tiempo pasó. Tictac, tictac, tictac, tictac.
Me gradué como asistente social. Entré a trabajar en una oficina gubernamental desabastecida y descapitalizada por los constantes recortes del presupuesto para gastos sociales que realizaba la bruja del este. Me desesperé viendo tanta miseria y estupidez como crecía bajo la brillante fachada del neoliberalismo triunfante, tantas familias rotas y vidas desperdiciadas por la ignorancia y la marginación. Al principio traté de arreglar las cosas, mientras el gobierno de la bruja del este nos estrangulaba yo aún intenté salvar el mundo. Bueno, al principio. Porque el tiempo seguía corriendo. Tictac, tictac, tictac, tictac, tictac.
Durante un tiempo escribí sobre temas sociales en un periódico anarquista que apenas se vendía. Acabé dejándolo, desengañada. Tuve un novio que murió de sobredosis. Tuve otro que era un estudiante indio de una familia musulmana acomodada de Bombay. Un día volvió a su país sin decirme nada y desde entonces no he vuelto a verle. Supongo que se casó con una buena chica musulmana, después de pagar la correspondiente dote, y ahora debe tener un montón de hijos. Y el tiempo seguía corriendo. Tictac, tictac, tictac, tictac. Tuve otro novio, menos interesante, pero en principio más estable. Me casé con él. Me divorcié. Luego estuve saliendo durante un tiempo con un hombre mayor que, además, estaba casado. Un día me dijo que lo sentía mucho, que me quería, pero que él ya tenía un hogar, unos hijos, y que no pensaba abandonarlos. Rompimos. Y el tiempo seguía corriendo. Tictac, tictac, tictac, tictac, tictac.
Un día me descubrí una cana al mirarme en el espejo. Luego fueron dos. Luego más. Empecé a teñirme el pelo otra vez, pero ya no de violeta o morado, sino de un discreto castaño rojizo. Cada vez lo hago con más frecuencia. Y el tiempo sigue corriendo. Tictac, tictac, tictac, tictac.
Ya hace tiempo que he rebasado los treinta, y los cuarenta están cada vez más cerca. Se me empiezan a formar arrugas alrededor de los ojos. Margaret murió, y me dejó en herencia esta casa tan grande y tan vacía. El tictac del reloj que compré en aquella subasta de Sotheby’s resuena por todas las habitaciones. A veces me imagino sus manecillas en forma de guadaña segando los segundos uno tras otro, inexorablemente. Tictac, tictac, tictac, tictac. Cada segundo segado es un segundo menos de mi vida.
Una noche, hace poco, pasé por delante del Royal Albert Hall justo en el momento en que se acabó el concierto y el público salía a la calle. Y pasando por entre aquella muchedumbre tropecé con un viejo alto, seco y sarmentoso como el árbol de las brujas de Macbeth. El viejo me miró con su único ojo azul, traspasándome. El otro lo llevaba cubierto por un parche negro. Probablemente, no había ojo bajo el parche.
Era el capitán James el Oscuro, alias Black James, alias Hook. Yo creía que había muerto aquella noche en el parque. Pero ahí estaba, mirándome, con la locura brillando en el fondo de su único ojo como una llamita azul de gas. Tenía el pelo casi completamente blanco, la cara arrugada y la espalda encorvada por el peso de la vejez. Se apoyaba en su bastón con pomo de plata en forma de calavera.
El corazón me dio un vuelco al verle.
Antes de que yo pudiera reaccionar, él atrapó mi hombro con su garfio. Había sustituido la garra metálica prensil por un único gancho, como los piratas de las películas. Y su mirada azul de loco seguía taladrándome.
—¿No le oyes? —me dijo—. ¿No le oyes?
—¿Qué? ¿Quién?
—Detrás de ti. Reptando.
—¿El qué?
—El cocodrilo. Tictac, tictac, tictac, tictac.
De pronto su mirada se extravió y se deslizó sobre mí y más allá, como si de repente yo ya no existiera. El capitán me soltó el hombro y se alejó cojeando, haciendo tac, tac, tac con el bastón contra la acera, murmurándole a las sombras.
Ahora vivo sola. No salgo con nadie. Voy a la oficina, cumplo con mi trabajo, procuro no implicarme demasiado en las desgraciadas historias de las madres solteras adolescentes, los delincuentes juveniles y las mujeres maltratadas que son mi material de trabajo cotidiano. Sé que no puedo ayudarles gran cosa, así que me conformo con rellenar los impresos oficiales adecuadamente para que ellos cobren los subsidios a los qe tengan derecho, y a final de mes yo, por mi parte, cobro mi nómina y me doy por afortunada.
Tengo los seis álbumes de los Clash en formato CD, más el recopilatorio de los singles, más su álbum grabado en directo. Pero no los escucho nunca. Acumulan polvo en una estantería, junto a Paddy. Después de que el capitán me lo destripara para encontrar la mercancía lo recogí y lo volví a coser. Ahora ostenta orgulloso sus cicatrices en el estante de los discos.
A veces voy a Kensington Gardens con una bolsa de papel marrón llena de sándwiches y un termo lleno de té. Una sola vez más vi a Peter, de lejos. Seguía teniendo aspecto de chico de dieciséis años. Llevaba puesta una gorra de béisbol, una sudadera con capucha y unos pantalones anchos, el uniforme distintivo de los rappers. Parecía tan alegre y despreocupado como siempre. Yo me levanté del banco y le llamé a gritos.
—¡Peter!
Pero él salió corriendo en cuanto me vio.
Copyright © | Xavier B. Fernández, 1994 |
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Por el mismo autor | |
Fecha de publicación | Noviembre 2000 |
Colección | Narrativas globales |
Permalink | https://badosa.com/n091-12 |
El libro de Xavier B. Fernández, Kensington Gardens, me ha parecido francamente bueno. Creo que refleja muy bien el underground londinense de aquella época. Su estilo es directo, claro, coloquial, al tiempo que muy cuidado. Yo viví en Londres en aquella época durante algún tiempo, y he visto magistralmente retratado ese ambiente de cierta marginalidad que narra la novela. ¡¡Enhorabuena, Xavier!!
He disfrutado mucho de la calidad literaria y el uso de la mitología “Neverland” del autor... ¡¡y todo ello gratis!! Ha sido un lujo, recibe mis felicitaciones.
Es la primera vez que leo un ebook y lo hice por recomendación de la revista La mosca que se vende aquí en México, y mira justo en esta etapa en la que empiezo a cambiar mis actividades estáticas por algo que de verdad me guste hacer pues me encuentro con la recomendación de este ebook que así sin pretender una supercrítica sino un comentario simple y que me nace debo decirte que me has dado una mañana diferente a las que he tenido durante este último año, tuve un momento de imaginación y me entretuve fascinada viendo a los personajes de Kensington Gardens y al final entendí que Peter tenía que buscar a Gwen pues alguien tiene que quedar en lugar de Margaret si no después quién cuidará de los niños, si no después ya no habrá niños, pues Peter me encontraste y no dejaré de buscar a mi niño que se guardó hace algún tiempo y hoy lo encontré,
Este libro me encantó, está absolutamente genial, aunque el final es algo melancólico. Más si uno está en el movimiento. Pero me gustó mucho y lo he recomendado por todos lados. De hecho acabo de hacer una reseña.
Yo sólo soy una aficionada a la lectura de tan sólo 17 años, y he leído la primera versión, la de J.M. Barrie, y me ha parecido comparándola con la versión original, bastante realista. Me ha gustado bastante y me ha tenido super engachada (aunque un poco borde). Me ha gustado la manera de describir la época punk mezclándola con cosas de la otra versión, me ha parecido una manera muy original. Pero lo malo en mi opinión es que creo que sería mejor dejar de ser versiones de esa obra tan maravillosa que nos dejó J.M. Barrie porque PETER PAN pasará a la historia como aquel niño tonto y engreído que no tenía madre, y es mejor dejar la historia como la dejó aquel maravilloso autor J.M. Barrie.
¡Simplemente mágico! Gracias por darnos la oportunidad de disfrutar de esta maravilosa historia.
Hace un año aproximadamente leí la versión novelada de James M. Barrie (Peter Pan), mucho antes que esto tuve la dicha de ver Finding Neverland y toda esa magia en imágenes y música me capturaron. Como muy pocos sabemos la versión original nace de una obra teatral. Este año he leído muchos cuentos y obras clásicas adaptadas de acuerdo con el contexto que vivimos o estamos viviendo, Kensington Gardens no es la excepción. Xavier B. Fernández retoma la historia del niño que se niega a crecer e integrarse a un mundo tan nefasto, tan agobiante, tan claustrofóbico, más temible que esos monstruos de los cuentos y leyendas que nos narran nuestros padres o que los maestros nos recomiendan leer. Cuando leí la obra de Barrie odié a Peter Pan: el "niño" es un ser ególatra y chauvinista, realmente el motivo por el cual se lleva a Wendy es para que ella sea la madre que lo(s) cuide, le(s) dé medicina, le(s) cuente historias, lo(s) arrope, etc... y lo logra bajándole la luna, las estrellas, las hadas y las sirenas a una ilusa Wendy. El personaje de la obra de Xavier B. Fernández no queda exento de esto, la única diferencia es que los cuidados maternos son sutituidos por la venta de narcóticos, los niños perdidos lo ven tan común y corriente como quien vende un chicle o un hot dog.
Hay en toda la novela algo que me llamó curiosamente la atención y que me permito citar: "... el punk empezó a degenerar de movimiento contestatario a moda juvenil domesticada" (pág. 54) Como todos sabemos, aquí en México hace unos meses hubo manifestaciones que derivaron en violencia contra un grupo de chicos autodenominados EMOS. Estos últimos personajes se han convertido en blanco de la mercadotécnia. De hecho muchos movimientos juveniles terminan de esa forma como ocurre y se señala en la obra. La novela es excelente, realmente uno puede dejar de envejecer si hace todo lo posible por mantener vivo al niño interno, aferrarse a un punto de la vida es tan absurdo como querer que el sol nunca se esconda o que todos los días sean quincena. Hay mucho más que destacar de la novela, como la postura que adopta la ex primer ministro Margaret Thatcher, postura que incluso un país como México aplica o cualquiera que crea que ignorando o manteniendo con limosnas a los más pobres vamos a acabar con la pobreza: es absurdo; las referencias histórico-filosóficas con relación al tiempo y su inminente paso, la cita del cuadro de Goya, sin duda la más terrible de todas, la imagen grotesca del hombre-viejo devorando al hijo-joven o en todo caso, el tiempo devorando a los ilusos y efímeros humanos. Realmente como pueden darse cuenta, la novela me ENCANTÓ.
Acabo de descubrir la página y me da un gusto enorme seguir esta lista de opiniones después de uno de los mejores profesores que pueda conocer; sin duda alguna es admirable. Ahora que termino la prepa puedo decirlo. Es increíble que hace sólo unas semanas él en las aulas de la escuela compartía emosionado conmigo todos estos comentarios, los gustos y disgustos que encontró tanto en la novela de James M. Barrie como en la de Xavier B. Fernández, y ahora todo esto lo encuentro aquí.
Y es que este gran maestro fue quien me recomendó esta fantástica novela, la cual puedo decir que ahora forma parte de mis libros favoritos. Peter es y será por siempre el personaje ideal para mí, y el hecho de encontrarlo en un ambiente totalmente diferente y al mismo tiempo semejante a Nunca Jamás es estupendo. Con esta novela pude sentir a Peter cerca, por absurdo que pueda parecer. Entre peleas y movimientos punk pude acercarlo a lo que es mi realidad, la realidad de los jóvenes de ahora; y también logré entender algo a lo que quiza nunca presté atención: al cocodrilo que persigue a su presa... el tiempo que nos devora en realidad. En conclusión, ha sido la mejor aventura que he podido vivir entre las páginas de un libro; y claro, mejor aún si voy acompañada de Peter, Wendy y los niños perdidos.
Me pareció excelente este libro. Puedo decir que hasta cambió mi manera de pensar, y es que como no me había puesto a pensar cómo cambia todo: el tiempo, la vida, el amor. Sospechar que hoy tu vida puede ser cualquier cosa, o más bien verte al espejo, observarte fuerte, con un brillo en los ojos, el pelo negro (o de cualquier color, no importa), y mañana descubrirte viejo y cansado. A mis escasos 15 años lo he visto y no sólo eso, también a aquel cocodrilo acechador en busca de la vida, de mi vida. Es impresionante la cantidad de pensamientos que ahora tengo. En fin es muy recomendable este libro. Bye.
Me parece un excelente libro. En verdad que me encantó la obra: es toda muy buena y habla del punk y de mi banda favorita The Clash pero, aparte de eso, sinceramente, es mi libro favorito.
En realidad para mí es el mejor libro que he leído... Me pareció muy importante la forma en la que se desarrolla la historia... Es increíble cómo pasa el tiempo (TICK TACK LO RECUERDO) y cómo podemos vernos hoy sin compromisos "libres" y con todas las fantasías que podemos imaginar en nuestra cabeza. Gracias al escritor Xavier B. Fernández por esta edición tan expectacular... Saludos...
Me ha parecido una buena adaptación, quizá un poco forzada para hacer coincidir algunos detalles pero honesta al fin. Ha desarrollado en mí un nuevo temor por los cocodrilos/relojes, je je. Gracias.
Bravo, no tengo palabras para expresarlo. Me ha encantado y me habría gustado k hubiera sido más largo y que hubiera habido más aventuras pero, como dice Gwen, lo bueno siempre se acaba...
Y parecerá que es una opinión que sólo habla bien de su historia pero es que tengo 14 años y Peter Pan es mi personaje favorito de dibujos animados y de libro por supuesto. Me ha encantado, hasta he llorado, en el último capítulo: la melancolía de no volver a ver más a Peter, de no disfrutar más de la vida de que se termina, eso sólo dura eternamente para un niño...
Yo lo leí como parte de un trabajo escolar y me encantó. Lo leí tantas veces como pude y se lo recomendé a una amiga (Ilse) a la cual también le encantó. Es un libro que en mi opinión te pone a imaginar incluso. Gracias a este libro he escuchado a Sex Pistols que es uno de los grupos mencionados en el libro, y al oso de peluche que me regaló Ilse le pusimos "Paddy".
pues este libro esta es demasiao interesante tiene mucha tematica, yo lo lei porque tenia en la escuela que leer un libro y si mne dijeran que cual a sido mi libro favorito o con cual m fanatizo mas seria este porque en algunas partes me identifico con la lectura de wendy y en otras con la de peter punk es reconmendable este libro bueno en mi parte esta demasiado interesante
en realidad es la mejor novela que he leido en la forma en que se narra las imagenes todo es increible todo lo que te imaginas en verdad increible esta padricima
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