https://www.badosa.com
Publicado en Badosa.com
Portada Biblioteca Relatos cortos Interiores
Ficción incluida en Siete, una selección de los mejores relatos y microcuentos de Badosa.com.

La fragilidad de los cangrejos

Patricia Iriarte
Tamaño de texto más pequeñoTamaño de texto normalTamaño de texto más grande Añadir a mi biblioteca epub mobi Permalink MapaAeropuerto
Byrd Airport terminal

Son casi las once de la noche cuando el avión toca la pista, tras un vuelo tranquilo de hora y media. Durante cada uno de aquellos noventa minutos, Mariana había imaginado el encuentro que iba a ocurrir al medio día siguiente. Había dibujado, borrado y vuelto a dibujar la escena en todos sus detalles: la ropa que llevarían; el perfume que, de nuevo, se elogiarían mutuamente; las primeras frases, que, como de costumbre, versarían sobre el viaje de él por carretera, el hotel escogido por ella, el restaurante donde irían a almorzar. Luego él le diría que estaba muy bella y ella le preguntaría por qué estaba tan hermoso.

Después, seguramente, habrá un silencio, mientras él conduce hacia la ciudad vieja y ella mira el mar y se pregunta cuándo volverá para quedarse junto a él. De ahí en adelante ya no podrán escapar de la nostalgia, porque ese día, por primera vez en mucho tiempo, no vendrá una ola de besos ávidos al cerrar la puerta de la habitación. No se quedarán en ese abrazo para entregarse al deseo por tantos días postergado. Ella sabe que mañana el temblor de las manos delatará la incertidumbre, y que al separar los labios, tras el beso, ambos se encontrarán con los ojos de un ciervo solitario.

El avión apenas comienza a detenerse y Mariana ya siente la humedad penetrando en la cabina. Su mente se empeña en anticipar los diálogos y sus desenlaces, pero ella trata de aquietarla invocando una sensación más próxima, como el aliento salobre del mar sobre su rostro cuando, en unos minutos, el taxi recorra la avenida. Se vuelve hacia la ventana mientras termina de cumplirse la maniobra de siempre: el aparato girando a la derecha para dejar su carga frente al pequeño edificio blanco, la voz de la tripulación dando las últimas instrucciones, los pasajeros apresurándose a sacar sus maletines de los compartimientos.

Esta vez, sin embargo, el momento de tedio termina con algo que Mariana ve bajo las alas del avión. Las linternas a ras de pista iluminan una multitud de cangrejos que trata desesperadamente de abandonar el asfalto para alcanzar la arena. Las luces azules y los faros del avión proyectan alrededor de ellos un juego de sombras que convierte a los pequeños crustáceos en enormes espectros. La imagen perturba profundamente a la mujer, que empieza a hacer conjeturas sobre la presencia de los animales en ese lugar. Seguramente habían cavado cerca de allí sus cuevas desde hacía siglos y siguieron haciéndolo a pesar de que el hombre les construyó encima un aeropuerto. De pronto siente el impulso de compartir su hipótesis con alguien, pero sabe que el extraño al que tiene como vecino de asiento a lo sumo tratará de lanzar una mirada hacia la pista y hará un comentario insulso. Entonces piensa otra vez en él. Está segura de que se sorprendería tanto como ella, y de que también se conmovería al ver cómo esas criaturas, que en su medio natural logran intimidar a sus enemigos con sus tenazas absurdas y sus ojos proyectados en antenas, perecen, indefensos, bajo un tren de aterrizaje.

En el trayecto hacia el hostal el taxi pasa por la galería artesanal donde unos meses atrás habían comprado para él una pulsera idéntica a la que ella usaba y que se convirtió desde entonces en una suerte de alianza. Luego acaricia el anillo que lleva en la mano derecha; un regalo cuyo significado ella había tardado en comprender. O, tal vez, en creer. Y así, uno tras otro, llegan los recuerdos a reclamar su sitio en esa historia.

Aquella noche Mariana lleva a cabo una vez más el rito de deshacer la maleta en otra ciudad para darle la bienvenida al amor. Sólo que esta vez lo hace para iniciar la despedida. Mientras llega el sueño se pregunta de nuevo por qué los cangrejos no mudan sus refugios al lado opuesto de la pista, evitando la peligrosa travesía nocturna en medio de los reflectores.

Con la mirada fija en las vigas de cedro de aquella casona convertida en hostal, Mariana vuelve a proyectar en su mente las horas que tiene por delante. Se ve entregándose y entregándolo todo, una vez más. Se ve regresando a su casa dos días más tarde, en el mismo avión, con la mirada vacía, y se pregunta si al final de aquel viaje llegará viva al otro lado de sí misma. Esa noche que, de alguna forma, está dominada por el miedo se pierde en el silencio y se abriga con sombras espectrales.

Tabla de información relacionada
Copyright ©Patricia Iriarte, 2000
Por la misma autora RSS
Fecha de publicaciónMarzo 2001
Colección RSSInteriores
Permalinkhttps://badosa.com/n112
Opiniones de los lectores RSS
Cómo ilustrar esta obra

Además de opinar sobre esta obra, también puede incorporar una fotografía (o más de una) a esta página en tres sencillos pasos:

  1. Busque una fotografía relacionada con este texto en Flickr y allí agregue la siguiente etiqueta: (etiqueta de máquina)

    Para poder asociar etiquetas a fotografías es preciso que sea miembro de Flickr (no se preocupe, el servicio básico es gratuito).

    Le recomendamos que elija fotografías tomadas por usted o del Patrimonio público. En el caso de otras fotografías, es posible que sean precisos privilegios especiales para poder etiquetarlas. Por favor, si la fotografía no es suya ni pertenece al Patrimonio público, pida permiso al autor o compruebe que la licencia autoriza este uso.

  2. Una vez haya etiquetado en Flickr la fotografía de su elección, compruebe que la nueva etiqueta está públicamente disponible (puede tardar unos minutos) presionando el siguiente enlace hasta que aparezca su fotografía: mostrar fotografías ...

  3. Una vez se muestre su fotografía, ya puede incorporarla a esta página:

Aunque en Badosa.com no aparece la identidad de las personas que han incorporado fotografías, la ilustración de obras no es anónima (las etiquetas están asociadas al usuario de Flickr que las agregó). Badosa.com se reserva el derecho de eliminar aquellas fotografías que considere inapropiadas. Si detecta una fotografía que no ilustra adecuadamente la obra o cuya licencia no permite este uso, hágasnoslo saber.

Si (por ejemplo, probando el servicio) ha añadido una fotografía que en realidad no está relacionada con esta obra, puede eliminarla borrando en Flickr la etiqueta que añadió (paso 1). Verifique que esa eliminación ya es pública (paso 2) y luego pulse el botón del paso 3 para actualizar esta página.

Badosa.com muestra un máximo de 10 fotografías por obra.

Badosa.com Concepción, diseño y desarrollo: Xavier Badosa (1995–2018)