Escribí esta historia porque un antiguo y apreciado amigo me lo pidió, rogándome que guardara el secreto de su identidad. Por tanto, sólo revelaré que es originario de España e inspirador de un personaje decisivo. Tal vez por su influencia, los seres ficticios que hacen doblar «La Campana Mágica», tomaron vuelo propio y se independizaron de mí. Es por eso que sostengo que he sido un mero espectador de sus vivencias.
«El Zaragozano» —así se denomina este ser imaginario—, ha dejado su huella en esta novela. Es un trasgresor. Su conducta no podría ser tomada como modelo de honestidad, pero no sé por qué, me cuesta considerarlo un delincuente. Pienso que se trata de reparos emocionales, ya que es innegable su marginalidad, su autoritarismo y su soberbia; aunque en algunas ocasiones, su lucidez es sorprendente y su humanismo conmovedor.
Clara es un entrañable personaje, que tiene una personalidad compleja. En su defensa, debo decir que al fin y al cabo, tiene una conducta arquetípica que refleja y explica tanto el sufrimiento como las debilidades humanas. Le estoy agradecido, ha dejado su sello personal en esta obra.
Pedro —que juega un rol protagónico— es un hombre que pese a estar construido con buena madera, no se pudo resistir a la tentación. Ustedes juzgarán si terminó vendiendo su alma a Lucifer.
Fueron infructuosos mis esfuerzos para suprimir algunas frases y para atemperar expresiones desafortunadas o extremas. No digo esto para eximirme de los desaciertos o de los múltiples excesos que se cometieron en el decurso de este libro. No puedo decir que soy ajeno a ellos.
Copyright © | Ricardo Ludovico Gulminelli, 2012 |
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Por el mismo autor | |
Fecha de publicación | Mayo 2012 |
Colección | Narrativas globales |
Permalink | https://badosa.com/n375-01 |
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