El viernes 23 de abril a las nueve de la mañana, Angelina y Clara llegaron a una escribanía céntrica.
Pedro Mazzini las recibió cordialmente.
—Buenos días, pasen por aquí, el Zaragozano está esperándonos con un escribano para certificar las firmas de los contratos. Clara, te ruego que me digas si te ha quedado alguna duda.
—No, Pedro. Fuiste muy explícito y también tu socio aragonés que me dio como en la guerra. La abuela ya conoce todos los pormenores...
Angelina la interrumpió:
—Sabemos que no tenemos alternativa, Pedro. No obstante, Paolo me solicitó que con toda humildad te ruegue que trates de conseguir una mejora en lo económico, sólo si se obtiene una buena ganancia. Para Clarita, ¿entendés?, ¿será posible, querido?
—No soy yo quien maneja este negocio, Angelina. Le haré el planteo a mi padrino, ya saben cuál es mi situación, me siento bastante incómodo por participar en este negocio.
Angelina quiso darle todo su apoyo, manifestando:
—No debes sentirte así, querido, merecés tener una ganancia. ¿Por qué trabajarías gratis? Gracias a Dios no diste un paso al costado.
—Gracias, Angelina. Vos sabés que si pensara que les estoy provocando un perjuicio, no me hubiera metido en este acuerdo.
Angelina fue terminante:
—Querido, si no tuviéramos confianza en vos no estaríamos aquí.
—Gracias, Angelina. Deseo que comprendan hasta el más mínimo detalle, por eso les recomendé que se hicieran asesorar por otro abogado antes de firmar el contrato y sus anexos. Tengo un interés personal en esto.
Clara apoyó su mano derecha sobre el hombro izquierdo de Pedro. Lo hizo espontáneamente, pero cuando se dio cuenta de que su gesto había sido demasiado amistoso, la retiró rápidamente diciendo:
—Tanto mis abuelos como yo te dijimos que confiamos en vos, por tanto abrir el paraguas, nos vas a hacer dudar.
—Bueno, pero tengan en cuenta que por este contrato, le están vendiendo el paquete accionario de La Campana Mágica S.A. a Esteban Bertirrude, que será nuestro testaferro porque en la compraventa de los títulos accionarios no es conveniente que figuremos.
Angelina volvió a intervenir:
—Te ruego que saques rápido a Paolo del directorio, el Fisco y los acreedores amigos lo tienen loco.
Pedro le contestó afirmativamente:
—Es lo previsto, Esteban Bertirrude será el nuevo director. Paolo desaparecerá de escena, no tendrá más contacto con la sociedad.
Angelina estrechó la mano derecha de Pedro, como manifestando su alegría.
—¡Paolo estará feliz de que no lo molesten más! Hasta es posible que se sane.
Pedro siguió explicando:
—Espero que no surjan complicaciones. Aunque las hubiera, Paolo igualmente estará muchísimo más desahogado. No creo que lo molesten demasiado, teniendo en cuenta su edad y que se encuentra muy enfermo. Por otra parte, ¿quién tendría interés en agredir a un insolvente? La carencia de bienes es la mejor defensa que puede tener un deudor.
Angelina dijo con voz temblorosa, levantándose de su asiento con dificultad:
—Parece mentira que después de toda una vida de trabajo con Paolo, perdamos La Campana Mágica de una manera tan dolorosa.
Pedro fue pragmático al responderle:
—Peor sería en una quiebra, Angelina. Al menos ahora se garantizan un pasar razonable.
—Desde luego, querido. No quiero que pienses que no valoro lo que estás haciendo por nosotros. Estoy dolida por lo que he sufrido.
Pedro informó:
—El último acto de Paolo como único director de La Campana Mágica S.A. será vender los inmuebles de Callao y de Coronel Díaz a dos sociedades que hemos constituido con el Zaragozano. Esto hay que hacerlo en forma inmediata, porque en cualquier momento pueden embargarlos o inhibir a La Campana Mágica y en ese caso, olvidémonos de transferir sus propiedades. Entonces sí, se pudriría todo. ¿Querías preguntarme algo, Clara?
—Sí. ¿No se puede hacer nada para evitarlo? Si llegara a caer ahora una medida cautelar nos tendríamos que suicidar todos.
—Previendo esa situación, hemos pedido certificados ante un escribano denunciando la pronta venta para bloquear los títulos de los dos inmuebles en el Registro de Propiedad. Por unos días nadie podrá impedirla, escrituraremos mañana mismo a nombre de dos sociedades anónimas que están en formación, seré director de ambas a pedido del Zaragozano, porque se necesita alguien de confianza.
—A ver si entiendo bien, Pedro, ¿querés decir que mañana mi abuelo firmará la escritura de venta de los dos bienes a favor de las sociedades que vos y el Zaragozano constituyeran? O sea que ustedes pasarán a ser los verdaderos dueños a través de ellas, ¿no es así?
—Exactamente, Clara. Cada una de las nuevas sociedades comprará un inmueble de La Campana Mágica. Como vos lo decís, el Zaragozano y yo seremos los verdaderos dueños de las acciones.
Clara estaba preocupada por actuar tan evidentemente.
—¿Eso qué significa? ¿Qué ustedes van a figurar directamente como accionistas de las dos sociedades anónimas compradoras, con nombre y apellido? ¿No es arriesgado?
—Un poco, pero necesitamos justificar que el dinero para comprar los bienes lo puso alguien solvente, por eso el Zaragozano aparecerá ingresando fondos a las sociedades anónimas adquirentes para que sea creíble que ellas hayan pagado realmente el precio que figurará en las escrituras. Algún riesgo habrá que correr, fundamentalmente que los acreedores pretendan que las ventas sean declaradas inválidas y que los inmuebles vuelvan al patrimonio de La Campana Mágica como garantía para el pago de sus créditos.
—No soy ninguna experta en el tema, pero si ustedes probaran que pagaron un precio serio por la compra de los bienes, sería difícil lograrlo, ¿me equivoco?
—No, tenés razón, debemos probar que se ha pagado un buen precio a La Campana Mágica para comprarle los inmuebles de Callao y de Coronel Díaz. Hay muchas aristas y facetas legales establecidas por el legislador para proteger a los acreedores influyentes, que nosotros trataremos de aprovechar en nuestro beneficio, ya lo verán. Bueno, voy a hablar con mi padrino para transmitirle la inquietud de la mejora. En un rato las hago pasar para que firmemos.
Copyright © | Ricardo Ludovico Gulminelli, 2012 |
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Fecha de publicación | Agosto 2012 |
Colección | Narrativas globales |
Permalink | https://badosa.com/n375-08 |
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