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No basta el deseo y otros poemas

Marta Hernández Pibernat
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NO BASTA EL DESEO
La ciudad está erizada de recuerdos
—y cómo hieren aún ciertos olores...
(¿Quién se sienta en ese banco,
quién me mira desolado al alejarse?)
Caen gotas dispersas,
cristales de nada
—y cómo llueve aún en la distancia...
No basta el deseo ni su falta
es suficiente. Sutil y desmembrada
me salpica en el vacío la nostalgia.
TANTO SOL
Tanto sol se refleja en las dunas
que insomnes se deslizan indolentes
por sobre la hipotética llanura,
que cegados los bravos por sus rayos
se detienen en su ruta y enloquecen,
que distantes varios días las ciudades
a sus ojos aparecen más brillantes.
Tanta arena contiene el desierto
que desnudo destruye implacable
todo rastro de vida o simulacro,
que irritadas las sombras por sus granos
se despojan de pañuelos y chilabas,
que crujientes todavía los placeres
en sus manos se deshacen vacilantes.
Tanto sol se refleja en las dunas,
tanta arena contiene el desierto,
que aturdidos los sentidos
                                        y extraviados
abandonan sus recursos y perecen.
PERDIDO CORAZÓN
Voy a fabricar odio a toneladas.
Con hiel cubriré muy bien las puertas.
Me mezclaré en todas las reyertas.
Más de mil serán las puñaladas.
No tiembla en mi mano la alabarda.
Cruel será mi gesto en la contienda.
Estúpido aquél que se defienda,
merece la suerte que le aguarda.
¡Instrumento soy de la venganza!
¡Plena e imperturbable sinrazón
regará con sangre mis andanzas!
Testigo serás de la matanza,
¡ay! viejo amor, perdido corazón.
¡Murieron por fin las esperanzas!
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Copyright ©Marta Hernández Pibernat, 1991
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Fecha de publicaciónSeptiembre 2000
Colección RSSSinéresis
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