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El poeta y su doble

IV

José Antonio Sainz
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LA TARDE ENTERA PARA ÉL.
Música, campanas sobre los patios,
el sol alto,
un libro, una revista retomada,
un café.
El tiempo, sin prisa.
Sólo hojear, detenerse
y escuchar una melodía,
los ruidos de fuera,
el silencio,
pisando de puntillas la tarde...
UN PROYECTO DE VIDA
para después de renunciar a las palabras
—espíritus sagrados
que a veces configuran la informidad del tiempo—.
Queda ya demasiado lejos la inconsciencia posible.
No es que el arte
sea una enfermedad o un estigma,
pero predispone los pensamientos
hacia una gama de colores determinada.
Quizá, acomodarse a la rutina,
buscar placeres refinados,
leer sentimentalmente las palabras de otros,
aguardar con fingida expectación lo próximo,
un proyecto postergado en un lugar incierto...
Quizá, definir la vida, otra vida,
otro deseo,
una sonrisa inconcreta.
Digamos una vez más que ese Mundo Imaginal no es el mundo de lo irreal o fantástico, sino por el contrario es el lugar (mejor dicho: el estado) en el que habitan y se concrecionan los símbolos y arquetipos que rigen la vida específicamente humana, por simbólica, del hombre. Pues bien, tal como decíamos, ese sitio, que es en realidad un estado del alma o al que accede el alma, se le ha venido habitualmente representando como una isla.
José Antonio Antón Pacheco
ESTATUAS SOLEMNES
deberían figurar en las calles principales
de aquellos que hicieron de la isla
paisaje del paraíso,
geografía del microcosmos
y las utopías,
tan distintas a la invitación pintoresca
de esta isla,
con sus prados sembrados de vacas suizas
y sus playas sin carreteras,
con los sueños del Universo,
del cual es cartografía,
convertidos para siempre
en museo de la retórica.
ANOCHECE
la tarde demasiado larga,
con las horas demasiado idénticas en su luz.
Y es un alivio saberse cerca del final.
Cerca de un nuevo día con motores
y horas ordenadas e ineludibles.
Tanta luz, tanto tiempo,
sobrehumano en su lento latir,
como el eco que resuena
en la eternidad
de un templo vacío.
MARZO EN EL SOMBRERO
y abril perdido,
lanzados por el viento más allá de las azoteas,
cerca de las nubes.
Marzo y abril
prendidos tal vez a otra isla,
inalcanzable al otro lado del mar.
Y ahora, en mayo,
con ese abismo de dos meses,
miramos sin comprender el cielo.
¿Qué ropa hemos de vestir?
¿Sacaremos ya florecida nuestra sonrisa?
Meses antiguos,
desdibujados como parientes
que no hemos vuelto a ver desde la infancia.
¿Cómo fueron?
¿Cuál era la inclinación de su rostro y su luz?
¿Cómo fuimos entonces,
hace ya tantos siglos?
JUNIO ES, SOBRE TODO,
la tarde,
una palabra,
el tiempo futuro
no tan lejano ya como una promesa.
Junio sería, sobre todo,
otro lugar distinto a este,
donde durase el frescor
y supiéramos reconocer
el sentido exacto de su palabra escondida..
Me quedaría en todo
lo que estoy, donde estoy.
Quieto en el agua quieta;
de plomo, hundido, sordo
en el amor sin sol.
Pedro Salinas
SERÍA MEJOR QUE EL UNIVERSO
estuviera detenido,
todo inmóvil,
cada cosa en su lugar,
la rutina y su significado,
y el otro tiempo.
Pero el viento atropella
con su parachoques duro de sol.
Si todo pudiera estar fijo
como una fotografía,
como una piedra,
o si al menos
pudiéramos ajustar el paso
a la velocidad secreta de las cosas...
RELEE SUS POEMAS,
buscando el sentido
de aquello que le incitó a escribir.
Deambula por las páginas,
entre palabras negras
que ayudan a saltar al otro lado
del cauce blanco de las hojas.
Relee.
Ha olvidado por qué está aquí,
y se da cuenta de que ya no es el mismo
que el que lee atento
las palabras extrañas de su doble,
atrapado entre las tapas duras de su cuaderno
desde que uno de los dos se atreviera
a escribir el primero de los versos.
EL TIEMPO SE HA CONVERTIDO
en una línea larga y monótona,
como la recta interminable de una carretera
donde los bordes se borran al pasar.
Lo que sucede
es siempre fragmentario,
en el ilusionismo breve del arcén.
Sólo queda distancia,
hacia adelante,
kilómetros futuros,
sin un destino concreto, sin deseos nuevos.
Sólo distancia.
Y la memoria,
privada o pública,
es sólo una impostura extravagante,
una materia improductiva
que apenas abre mercados.
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Copyright ©José Antonio Sainz, 2007
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Fecha de publicaciónOctubre 2007
Colección RSSTrasluz
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