|
|
Gris de tiempo gris Nicolás Soto
|
Género: |
|
Novela |
PVP: |
|
Gratuito |
|
Formato: |
|
Microsoft Reader |
Extensión: |
|
101.925 palabras (312 Kb) |
1ª edición: |
|
Agosto 2003 |
|
|
|
|
La muerte de Sojito obliga a Gonzalo a regresar a Miguaque, la ciudad de su infancia y el «rincón de los sueños desmembrados de su pubertad». En los siguientes capítulos, el protagonista deberá enfrentarse con la memoria de un pasado avivada por ese regreso. La novela coral de Nicolás Soto es un fragmento de la historia de Venezuela y la crónica del paso a la edad adulta de los adolescentes de la ciudad imaginaria de Santa Narda de Miguaque.
Índice
- Gonzalo
- Pedrarias
- David
- María Enriqueta
- Sojito
- M.E. & P.
- The boys with the band
- Elena
- Livorini
- Barquero
- The boys with the band, vol. II
- Ambos
- Goza, Gonza
- Let me stand next to your fire
- Epitafio
- El autor
Acerca del autor
Nicolás Soto es un caso de vocación tardía para el mundo de las letras. Nacido en Valle de La Pascua, Guárico, Venezuela, en 1954, ha sido desde director de teleculebrones televisivos hasta músico de rock & blues, pasando por las horcas caudinas del «mercachiflismo».
La opinión de los lectores
¿Por qué introducen a este escritor como "un caso de vocacion tardía para el mundo literario"? Nicolás Soto se perfila no como un "autor" sino un señor escritor y aunque quizás no venda muchos libros, este pensador tiene a mi parecer maderas para ponerle otro tramo a la sección de Literatura. Sus imágenes están inyectadas de empatía y minuciosa observación. Saben a verdad, huelen o apestan como una aparición. ¿Nicolás, qué hora es ahora?
E.R.A.
|
|
|
Software necesario |
| | | | | |
Para leer este libro electrónico, su sistema debe tener instalado el software gratuito Microsoft Reader.
iPhone / iPod Touch Descargue el lector gratuito Stanza para leer este libro electrónico en su iPhone o iPod Touch.
|
| | | | | |
|
Recomendar |
| | | | | |
Enviar un correo con la dirección de esta página a sus amistades. |
| | | | | |
DISTRIBUCIÓN XMLAcceda a los contenidos de esta página en el estándar ONIX 2.1. Para saber más sobre ONIX, visite EDItEUR.
|
Fragmento del libro electrónico
1973. Llegó a Miguaque en un destartalado Buick rojo del 62, cuatro puertas, con un sol simoníaco peinándole la espalda. En vez de tomar hacia la redoma donde daba inicio la avenida Andrés Eloy Blanco, entrada natural para quienes arribaban desde Caracas, enfiló hasta la antigua laguna de «La Chamana», denominada así todavía por el vulgo. Aminoró la marcha y dobló a la izquierda, por una calle polvorienta. Los niños barrigones de cara frisada con espesas costras de moco lo vieron pasar rumbo al centro del pueblo. Al detenerse para no maltratar los amortiguadores del cacharro con los frecuentes baches que le salían al paso, las hordas de perros realengos, mustia pelambre y atiplados ladridos, lo perseguían en veloz carrera, como reclamando a bocajarro una intrusión fugaz. La sordidez de las miserables casuchas sin pintar y la hosquedad y palurdez de sus moradores le saetearon el ánimo. Había moscas revoloteando incesantemente alrededor de la basura desechada al aire libre, en extraña danza que se prolongaba hasta el hedor casi sólido de las aguas negras y demás efluvios que corrían paralelamente a las aceras, cual estera inmunda. En ese momento, sintió repulsa por Miguaque. Y, sin embargo, aun cuando los días más intensos de su vida habían transcurrido en Miguaque y existía, asimismo, una pléyade de cosas que le avivaba recónditas memorias, el hecho de haber regresado se debía a una sola y poderosa razón: Sojito había muerto.
|
|