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El tardío vuelo de la avucasta Dimas Mas
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Género: |
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Novela erótica |
PVP: |
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Gratuito |
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Formato: |
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EPUB
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Kindle
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LIT |
Extensión: |
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45.499 palabras (162 Kb / 399 Kb / 177 Kb) |
1ª edición: |
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Febrero 2007 |
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La hilarante autobiografía de Antonio Mas. Una biografía sexual del tardofranquismo.
Índice
- Introito
- Física de sólidos
- A M D G
- Arco voltaico
- Amalia’s Kingdom
- Al buen decir no llaman Sancho
- Imaginaria en el castillo
- Prodesse et delectare
- Hospitalario ensueño
- La première
- Excurso en estilo libre
- La tentación de la camilla
- Melancólico intermedio condal
- Compañera te doy
- Tal astilla
- Calosfrío
- Al final, una misiva
- Acerca del autor
Acerca del autor
«Nací en 1953 en el Tetuán marroquí (aunque tampoco me hubiera importado hacerlo en el de las Victorias madrileño, un barrio tan popular como los sainetes de Carlos Arniches, un mago del idioma y suegro, a su vez, de ese otro pirotécnico del concepto que fue José Bergamín, a cuya obra tan afecto soy), y después de haber vivido por los cuatro rincones de España, llevo en Barcelona más o menos unos treinta años, dicho así, a ojo de miope y reciente astigmático, porque la contabilidad del tiempo mecánico no es mi especialidad; la mía es la contabilidad de la pasión, intemporal y enrevesada como las maravillas del país de Alicia.»Dedicado durante buena parte de mi tiempo de juventud semianalfabeta en cuerpo y alma a la poesía —la forja de una identidad— y al teatro —el misterio encarnado de la heterogeneidad—, sólo comienzo a escribir novelas cuando un libro de poesía, Provincia mayor (1936-1939), se me presenta como el de un heterónimo sin nombre. Aquel libro me dejó huérfano de mí. De repente desaparecí y me sentí ocupado por historias y personajes que me desalojaban sin ningún miramiento. Cedí, claro, para no perderme del todo, pero en este autodesconocimiento en el que vivo he acabado haciendo entrañables amistades fantasmales.»
La opinión de los lectores
¡Qué decrepitud literaria! ¡Qué despilfarro de incompetencia estilística! Es patético contemplar la decadencia de quien ni tuvo ni tiene ni tendrá auténtica cadencia literaria, auténtica prosa; es decir, Dimas Mas ha pasado de la nada a las más altas cotas de la miseria artística en apenas un puñado de pseudopretendidas obras de ¿arte?, ¡de artero atrezzo, todo lo más!Juan Poz No suelo comentar comentarios, y menos de heterónimos pretenciosos, a juzgar por el blog desde el que escribe el señor Poz. Me he resistido hasta hoy, en que, sin sentirme ofendido, he creído oportuno no tanto defenderme de una subjetividad que se descalifica a sí misma, cuanto dejar constancia del escepticismo con que acojo sus críticas no argumentadas y el interés con que he seguido su propia obra en gestación.Dimas Mas Suelen quienes no tienen por costumbre comentar comentarios comenzar a comentar comentarios cuando no se sienten ofendidos por críticas adversas. ¡Ah, qué mundo este en el que nos ha tocado vivir, en el cual quienes piden críticas sinceras sólo pretenden ser aplaudidos! Definitivamente, lo de "sinceras" mantiene únicamente su valor retórico. Por cierto, ¿sabrá este hombre con nombre tan poco agraciado, que diría Keating, qué significa "heterónimo"? Por otro lado, ¿cómo la subjetividad puede descalificarse a sí misma?, ¿la propia opinión, el modo personal de mirar el mundo, puede descalificar algo? Acláreme, por favor, cómo se puede seguir una obra literaria que está "en gestación". Cinco líneas las suyas, deslavazadas y de precaria comprensión (y no precisamente por las entendederas del lector), que no dejan de ser más que una espléndida muestra de lo que el lector no avisado va a encontrar en su novelita. ¿Alguien Da Mas?Iván Lobo Benito Lobo, usted sí que muerde.Juan Poz
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Fragmento del libro electrónico
Es recurso antiguo, y frecuentado por escritores de toda laya, escudar el autor los frutos de su ingenio en un extraño manuscrito llegado a sus manos —por maneras que poco han de envidiar a los apócrifos renglones torcidos del alto escriba— para que de éstas pasen a las tuyas de lector y seas partícipe, mediante la abnegada diligencia del autor, del placer de su lectura. Y así sucede, pero sin artificio alguno, en esta ocasión: nada escondo yo en estas líneas que son tan mías como ajenas, en su mayoría, las que les seguirán así ponga punto y final a este introito obligado.
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