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El mundo pudo ser una bella verdad

Poemario

Juan Carlos Pajares Iglesias
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In­tro­duc­ción

Ya desde el pri­mer mo­men­to en que en Badosa.​com re­ci­bi­mos el poe­ma­rio El mundo pudo ser una bella ver­dad, fui­mos cons­cien­tes de la enor­me ca­li­dad que ate­so­ra­ban los ver­sos en él com­pren­di­dos. Su autor, el leo­nés Juan Car­los Pa­ja­res, se nos re­ve­la­ba como un poeta de gran per­so­na­li­dad es­té­ti­ca y con un es­ti­lo ca­rac­te­rís­ti­co, ori­gi­nal e ima­gi­na­ti­vo, pe­ne­tran­te, in­te­li­gen­te, ar­mó­ni­co. Es por ello que de­ci­di­mos ahora pre­sen­ta­ros esta obra en este nuevo for­ma­to, dán­doos así la opor­tu­ni­dad de dis­fru­tar del poe­ma­rio tal cual no­so­tros lo leí­mos por pri­me­ra vez.

El mundo pudo ser una bella ver­dad no se con­for­ma con una línea de con­te­ni­do de­fi­ni­da que nos haga pen­sar que nos en­con­tra­mos fren­te a una obra con­cep­tual. Pero sí se pue­den dis­tin­guir en el poe­ma­rio di­ver­sas tó­ni­cas y mo­ti­vos poé­ti­cos que apun­tan la exis­ten­cia de hasta tres gran­des blo­ques te­má­ti­cos: la crea­ción poé­ti­ca, las «pro­ba­bi­li­da­des ví­treas» de la reali­dad y la te­má­ti­ca amo­ro­sa.

Los ver­sos se des­gra­nan línea a línea guián­do­nos a lo largo de ese in­men­so te­rri­to­rio que lleva del aban­dono al sueño, de la de­sola­ción a la fie­bre. Pero el poeta nunca se deja do­mi­nar por el de­li­rio de la reali­dad cir­cun­dan­te, por las tram­pas de la me­mo­ria o por esa otra reali­dad im­po­si­ble que con­for­man la ima­gi­na­ción y la pa­la­bra. Bien al con­tra­rio, sabe que la suya es labor de re­lo­je­ro (en una her­mo­sa me­tá­fo­ra que nos in­tro­du­ce en otra de las cons­tan­tes del poe­ma­rio, el hom­bre como iden­ti­dad in­mer­sa en el tiem­po). Ale­ján­do­se de cual­quier ten­ta­ción es­ca­pis­ta, el poeta acep­ta el reto, y en­ca­ra la reali­dad desde el lado más des­pia­da­do de ésta, afir­man­do que «para ser un hom­bre a los hom­bres yo re­quie­ro»: una in­vi­ta­ción a la bús­que­da de la pro­pia li­ber­tad e in­di­vi­dua­li­dad en el otro. Así, el poeta con­tem­pla con los ojos que otros le le­ga­ron y sien­te con la pul­sión que otros po­se­ye­ron. Nos en­con­tra­mos ante una ori­gi­nal va­ria­ción del tema del eterno re­torno en la que el hom­bre se nos pre­sen­ta como un ani­mal re­ple­to de tiem­po y la exis­ten­cia, la pla­ta­for­ma de múl­ti­ples na­ci­mien­tos, per­fec­ta­men­te po­si­bles dada la con­ver­gen­cia en el pre­sen­te de las múl­ti­ples lí­neas de pa­sa­do y fu­tu­ro.

A lo largo del poe­ma­rio, el autor cum­ple las ex­pec­ta­ti­vas anun­cia­das en Ca­lei­dos­co­pio, afron­tan­do los di­ver­sos temas sin cir­cuns­cri­bir­se a una sola pers­pec­ti­va. La iro­nía se cons­ti­tu­ye como uno de los re­cur­sos de los que se vale el autor a la hora de es­truc­tu­rar su par­ti­cu­lar vi­sión de la reali­dad. Una iro­nía que con fre­cuen­cia se tiñe de la misma cruel­dad o frial­dad que el autor de­nun­cia y que en poe­mas como Re­ga­lo o Te­ra­pia nos da mues­tra de la lu­ci­dez de un autor que no se deja en­ga­ñar por los can­tos de si­re­na de una exis­ten­cia per­ver­sa.

Así, el es­ce­na­rio de estos ver­sos nos sitúa fren­te a ese pulso in­sos­la­ya­ble entre reali­dad y deseo. Ambos son quie­nes rigen una ex­pe­rien­cia vital en la que el dolor ha sus­ti­tui­do a Dios y a la pro­pia muer­te. El len­gua­je se torna ás­pe­ro, sin con­ce­sio­nes. El dolor se nos mues­tra cons­tan­te e inevi­ta­ble, un rasgo de la pro­pia con­di­ción del ser. Y, sin em­bar­go, el autor nos hace cóm­pli­ces de un deseo ávido de su­per­vi­ven­cia.

En cuan­to al tema amo­ro­so, el poeta iden­ti­fi­ca ex­pe­rien­cia amo­ro­sa con ins­tan­tá­nea, mo­men­to tan in­ten­so y ver­ti­gi­no­so como efí­me­ro, ins­tan­te re­ve­la­dor de algo ajeno que yace ocul­to, pero tam­bién ali­men­to de la me­mo­ria plas­ma­da en pa­la­bra. El amor se con­for­ma así como un es­pa­cio de re­no­va­ción y cam­bio, así como de vida en la pa­la­bra cons­trui­da. Tal vez por ello, el autor no re­cha­za, por otra parte, uno de los lu­ga­res co­mu­nes de la tra­di­ción poé­ti­ca, el de la plas­ma­ción de la pa­sión amo­ro­sa a tra­vés de la mi­ra­da. Así el poeta in­ten­ta re­te­ner la vi­sión, aun cons­cien­te de que ésta no es sino el um­bral de la año­ran­za. La re­cu­rren­cia al alba como mo­men­to sin­gu­lar de los aman­tes, las di­ver­sas re­fe­ren­cias bí­bli­cas que nu­tren el texto, o la pre­sen­cia del agua como motor de esa con­ti­nua me­ta­mor­fo­sis que nos pro­po­ne la vida nos ha­blan asi­mis­mo de un poeta que sabe re­co­ger con des­tre­za, ti­ñén­do­los de con­tem­po­ra­nei­dad, los ecos de la tra­di­ción.

Ín­di­ce de poe­mas
Poé­ti­ca
Des­pa­cio, como el que cons­tru­ye
Au­tis­mo
Ca­lei­dos­co­pio
Para ser un hom­bre a los hom­bres
Habla enero con los la­bios es­car­cha­dos
Si no es por la le­ve­dad in­so­por­ta­ble
No me de­jéis solo en do­min­go
En otro mundo
Alz­hei­mer
Cos­moa­go­nía
Gól­go­ta
La caza
El reloj del sol­da­do
Gaia
Do­lien­te
De­di­ca­to­ria
Gé­ne­sis
Llegó el beso como se posa la hoja
Pre­ci­pi­ta­cio­nes
No ven­drá el día ni la es­car­cha
Para de­cir­te habré de in­ven­tar
Vuel­vo a ti que eres el prin­ci­pio, anun­cio
Re­ga­lo
Te­ra­pia
Bau­tis­mo
Plea­mar
Es­qui­zo­fre­nia
Cómo po­dre­mos amar­nos ahora que el deseo
Salve
Ríen los aman­tes al cabo de la ser­pen­ti­na
Biop­sia
Con­ju­ro para des­pe­di­das
Tabla de información relacionada
Copyright ©Juan Carlos Pajares Iglesias, 2001
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Fecha de publicaciónOctubre 2001
Colección RSSBiblioteca J.C. Pajares
Permalinkhttps://badosa.com/m004
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