Sí, se vivía bien en Kensington Gardens. Durante el día nos dispersábamos por la ciudad con los bolsillos llenos de mercancía que vendíamos discretamente. Por la noche nos colábamos en los clubs donde tocaban los grupos punks. Los porteros nos dejaban pasar aunque no tuviésemos la edad legal, porque sabían que vendíamos material de primera y a muy buen precio. Yo solía ocultar mi mercancía en el interior de Paddy, y si venía la policía me ponía a pedir una limosna para mi bebé como hacía antes y me dejaban en paz. A los cabeza de bala nunca se les ocurrió mirar en el interior del muñeco. Si hacía buen día y no teníamos muchas ganas de rondar, disfrutábamos del sol en el parque. Si venían los cabezas de bala, nos escondíamos en el refugio. Ocasionalmente robábamos algún bolso o alguna cámara fotográfica a los turistas. No necesitábamos realmente hacerlo, pero algunos eran tan memos que desperdiciar la ocasión hubiese sido un pecado. Y, mientras tanto, la bruja del este Margaret Thatcher, todavía en la oposición, bramaba para que se eliminaran del gasto público los subsidios a parados e indigentes. Noodles, que sabía dibujar muy bien, se pintó en la espalda de su chaqueta una caricatura de la Thatcher con dientes puntiagudos de piraña en la boca y svásticas en lugar de ojos. Debajo escribió «Hijos de Margaret Thatcher», el nombre que a Peter le gustaba usar a veces para referirse a nuestra banda. La chaqueta de Noodles quedó muy bien. Causaba sensación en los clubes donde íbamos a ver a nuestros grupos favoritos: The Addicts, The Damned, Killing Joke, The Jam, The Sex Pistols por supuesto y The Clash, sobre todo The Clash.
Eso que después se dio en llamar el movimiento Punk estaba por aquel entonces en su efímero momento álgido. Las calles seguían llenas de adolescentes enjoyados con imperdibles, maquillados como zombies, peinados como mutantes radioactivos, y algunos grupos ya habían empezado a grabar discos con las multinacionales. La Prensa seguía publicando los furibundos ataques a «esos bárbaros mocosos» que lanzaban los periodistas listillos, los políticos conservadores, los intelectuales marxistas y viejas glorias de la música pop como Keith Richards y Phil Collins. Estos últimos acostumbraban a ser los opositores más vehementes, y con razón: la insolencia punk empleaba sus dardos más envenenados cuando quería hacer diana en sus gordos y pequeñoburgueses culos de ex rebelde domesticado.
En cierta ocasión los Sex Pistols fueron entrevistados en la tele, y la palabra más suave que utilizaron fue «mierda». Parece ser —o eso publicaron los tabloides— que un honesto y trabajador padre de familia de clase obrera lanzó el televisor por la ventana, de tanta indignación como le produjo el programa. Claro que fue un hecho aislado: la mayoría de la gente, por muy honestos y trabajadores padres de familia de clase obrera que fueran, amaban demasiado sus televisores como para hacer algo tan drástico para expresar su indignación. Así que siguieron sentados en sus tresillos, tragando teleseries americanas mezcladas con anuncios de detergente, concursos idiotas, documentales de la BBC y viejas comedias de la Ealing protagonizadas por Alec Guinness. Y las ventas del disco de los Pistols —Never Mind The Bollocks, el único que grabaron— se dispararon. La revista Sniffin’Glue seguía publicándose, y los Clash seguían sacando discos, cada uno mejor que el anterior. Aún soñábamos con hundir el caduco Reino Unido en la anarquía. Aún teníamos muchas patadas reservadas para estamparlas en el trasero de todos aquellos viejos decrépitos mayores de veinticinco años. Aunque...
Aunque en los locales cutres donde íbamos a escuchar ska salvaje y a bailar pogo sobre los cascos rotos de las botellas de cerveza (todos excepto los gemelos; a ellos no les dejaban entrar) y a vender nuestra mercancía de hierba y anfetas, empezamos a encontrarnos con la competencia de algunos viejos individuos mayores de veinticinco años, o más viejos aún, más viejos que su propia edad incluso. Eran almas viejas como los buques fantasmas embarrancados en la mar de los Sargazos, como los sueños de supremacía del viejo Imperio Británico. Demasiado bien vestidos, con sus abrigos largos o sus gabardinas, en cuyos bolsillos guardaban una mercancía que hacía competencia a la nuestra, aunque ellos también ofrecían, además, caballo y coca. Peter los llamaba gangsters (sí, por fin toca hablar de los gangsters). Él los conocía a todos, me enseñó sus nombres: Cecco, Bill Jukes, Black Murphy, Morgan Skylights, Alf Mason... A veces, de noche, alguno de ellos merodeaba por el parque. Quizá porque era un lugar solitario y apartado ideal para sus negocios, quizá buscándonos a nosotros, sus competidores. Nosotros les atacábamos: aguardábamos agazapados entre los setos, como indios en la selva amazónica, y, en cuanto Peter profería un salvaje alarido, saltábamos sobre el incauto gángster con palos, cuchillos, cadenas, botellas rotas, hasta hacerlo huir sangrando y cojeando. Primero le pasó a uno, luego a otro. Luego a otro más. Hasta que dejaron de venir por nuestro territorio.
A veces venían al parque otra clase de enemigos: los skinheads del National Front, con sus cabezas mondas por dentro y por fuera, sus insignias fascistas, sus tirantes, sus cazadoras Bomber de aviador, sus botas Doc Martins y sus barras de hierro envueltas en cinta aislante. Estos enemigos eran más peligrosos y difíciles de atacar, porque se desplazaban en grupo, como los lobos. Pero no éramos nosotros su principal objetivo. Lo eran los jamaicanos. Luego hablaré de los jamaicanos.
Algunas veces, muy pocas, una gran limusina negra aparcaba en el lindero del parque, y alguien alto y oscuro salía de ella, acompañado de un par de gangsters. Era una figura vestida de negro con un brillante destello metálico en el lugar en el que debería estar su mano derecha. Entonces Peter nos ordenaba escondernos entre la maleza y no hacer ningún ruido. Y allí aguardábamos, mientras la figura alta vestida de negro se paseaba por el lindero del parque cojeando, apoyada en un bastón que producía un sonido de tictac al caminar. Tictac, tictac, tictac. Entonces sentía verdadero miedo.
Pero el resto del tiempo no tenía miedo de nada. Los Gardens eran mucho mejores que la calle o los túneles del metro. Más seguros, más acogedores. Los días de sol en que no tenía ganas de salir a vender hierba me sentaba con Paddy y, a veces, con Peter en un banco a ver pasar a los turistas y practicar uno de nuestros juegos preferidos, ponerles motes: «Ahí van Mr. y Mrs. Culogordo; y aquel franchute tan enano, Mr. Rana Subdesarrollada. Y aquella gorda, Mrs. Ballena con sandalias. Y aquel....» Uno de esos días que tomaba el sol sobre un banco conocí a Margaret.
Copyright © | Xavier B. Fernández, 1994 |
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Por el mismo autor | |
Fecha de publicación | Julio 2000 |
Colección | Narrativas globales |
Permalink | https://badosa.com/n091-03 |
El libro de Xavier B. Fernández, Kensington Gardens, me ha parecido francamente bueno. Creo que refleja muy bien el underground londinense de aquella época. Su estilo es directo, claro, coloquial, al tiempo que muy cuidado. Yo viví en Londres en aquella época durante algún tiempo, y he visto magistralmente retratado ese ambiente de cierta marginalidad que narra la novela. ¡¡Enhorabuena, Xavier!!
He disfrutado mucho de la calidad literaria y el uso de la mitología “Neverland” del autor... ¡¡y todo ello gratis!! Ha sido un lujo, recibe mis felicitaciones.
Es la primera vez que leo un ebook y lo hice por recomendación de la revista La mosca que se vende aquí en México, y mira justo en esta etapa en la que empiezo a cambiar mis actividades estáticas por algo que de verdad me guste hacer pues me encuentro con la recomendación de este ebook que así sin pretender una supercrítica sino un comentario simple y que me nace debo decirte que me has dado una mañana diferente a las que he tenido durante este último año, tuve un momento de imaginación y me entretuve fascinada viendo a los personajes de Kensington Gardens y al final entendí que Peter tenía que buscar a Gwen pues alguien tiene que quedar en lugar de Margaret si no después quién cuidará de los niños, si no después ya no habrá niños, pues Peter me encontraste y no dejaré de buscar a mi niño que se guardó hace algún tiempo y hoy lo encontré,
Este libro me encantó, está absolutamente genial, aunque el final es algo melancólico. Más si uno está en el movimiento. Pero me gustó mucho y lo he recomendado por todos lados. De hecho acabo de hacer una reseña.
Yo sólo soy una aficionada a la lectura de tan sólo 17 años, y he leído la primera versión, la de J.M. Barrie, y me ha parecido comparándola con la versión original, bastante realista. Me ha gustado bastante y me ha tenido super engachada (aunque un poco borde). Me ha gustado la manera de describir la época punk mezclándola con cosas de la otra versión, me ha parecido una manera muy original. Pero lo malo en mi opinión es que creo que sería mejor dejar de ser versiones de esa obra tan maravillosa que nos dejó J.M. Barrie porque PETER PAN pasará a la historia como aquel niño tonto y engreído que no tenía madre, y es mejor dejar la historia como la dejó aquel maravilloso autor J.M. Barrie.
¡Simplemente mágico! Gracias por darnos la oportunidad de disfrutar de esta maravilosa historia.
Hace un año aproximadamente leí la versión novelada de James M. Barrie (Peter Pan), mucho antes que esto tuve la dicha de ver Finding Neverland y toda esa magia en imágenes y música me capturaron. Como muy pocos sabemos la versión original nace de una obra teatral. Este año he leído muchos cuentos y obras clásicas adaptadas de acuerdo con el contexto que vivimos o estamos viviendo, Kensington Gardens no es la excepción. Xavier B. Fernández retoma la historia del niño que se niega a crecer e integrarse a un mundo tan nefasto, tan agobiante, tan claustrofóbico, más temible que esos monstruos de los cuentos y leyendas que nos narran nuestros padres o que los maestros nos recomiendan leer. Cuando leí la obra de Barrie odié a Peter Pan: el "niño" es un ser ególatra y chauvinista, realmente el motivo por el cual se lleva a Wendy es para que ella sea la madre que lo(s) cuide, le(s) dé medicina, le(s) cuente historias, lo(s) arrope, etc... y lo logra bajándole la luna, las estrellas, las hadas y las sirenas a una ilusa Wendy. El personaje de la obra de Xavier B. Fernández no queda exento de esto, la única diferencia es que los cuidados maternos son sutituidos por la venta de narcóticos, los niños perdidos lo ven tan común y corriente como quien vende un chicle o un hot dog.
Hay en toda la novela algo que me llamó curiosamente la atención y que me permito citar: "... el punk empezó a degenerar de movimiento contestatario a moda juvenil domesticada" (pág. 54) Como todos sabemos, aquí en México hace unos meses hubo manifestaciones que derivaron en violencia contra un grupo de chicos autodenominados EMOS. Estos últimos personajes se han convertido en blanco de la mercadotécnia. De hecho muchos movimientos juveniles terminan de esa forma como ocurre y se señala en la obra. La novela es excelente, realmente uno puede dejar de envejecer si hace todo lo posible por mantener vivo al niño interno, aferrarse a un punto de la vida es tan absurdo como querer que el sol nunca se esconda o que todos los días sean quincena. Hay mucho más que destacar de la novela, como la postura que adopta la ex primer ministro Margaret Thatcher, postura que incluso un país como México aplica o cualquiera que crea que ignorando o manteniendo con limosnas a los más pobres vamos a acabar con la pobreza: es absurdo; las referencias histórico-filosóficas con relación al tiempo y su inminente paso, la cita del cuadro de Goya, sin duda la más terrible de todas, la imagen grotesca del hombre-viejo devorando al hijo-joven o en todo caso, el tiempo devorando a los ilusos y efímeros humanos. Realmente como pueden darse cuenta, la novela me ENCANTÓ.
Acabo de descubrir la página y me da un gusto enorme seguir esta lista de opiniones después de uno de los mejores profesores que pueda conocer; sin duda alguna es admirable. Ahora que termino la prepa puedo decirlo. Es increíble que hace sólo unas semanas él en las aulas de la escuela compartía emosionado conmigo todos estos comentarios, los gustos y disgustos que encontró tanto en la novela de James M. Barrie como en la de Xavier B. Fernández, y ahora todo esto lo encuentro aquí.
Y es que este gran maestro fue quien me recomendó esta fantástica novela, la cual puedo decir que ahora forma parte de mis libros favoritos. Peter es y será por siempre el personaje ideal para mí, y el hecho de encontrarlo en un ambiente totalmente diferente y al mismo tiempo semejante a Nunca Jamás es estupendo. Con esta novela pude sentir a Peter cerca, por absurdo que pueda parecer. Entre peleas y movimientos punk pude acercarlo a lo que es mi realidad, la realidad de los jóvenes de ahora; y también logré entender algo a lo que quiza nunca presté atención: al cocodrilo que persigue a su presa... el tiempo que nos devora en realidad. En conclusión, ha sido la mejor aventura que he podido vivir entre las páginas de un libro; y claro, mejor aún si voy acompañada de Peter, Wendy y los niños perdidos.
Me pareció excelente este libro. Puedo decir que hasta cambió mi manera de pensar, y es que como no me había puesto a pensar cómo cambia todo: el tiempo, la vida, el amor. Sospechar que hoy tu vida puede ser cualquier cosa, o más bien verte al espejo, observarte fuerte, con un brillo en los ojos, el pelo negro (o de cualquier color, no importa), y mañana descubrirte viejo y cansado. A mis escasos 15 años lo he visto y no sólo eso, también a aquel cocodrilo acechador en busca de la vida, de mi vida. Es impresionante la cantidad de pensamientos que ahora tengo. En fin es muy recomendable este libro. Bye.
Me parece un excelente libro. En verdad que me encantó la obra: es toda muy buena y habla del punk y de mi banda favorita The Clash pero, aparte de eso, sinceramente, es mi libro favorito.
En realidad para mí es el mejor libro que he leído... Me pareció muy importante la forma en la que se desarrolla la historia... Es increíble cómo pasa el tiempo (TICK TACK LO RECUERDO) y cómo podemos vernos hoy sin compromisos "libres" y con todas las fantasías que podemos imaginar en nuestra cabeza. Gracias al escritor Xavier B. Fernández por esta edición tan expectacular... Saludos...
Me ha parecido una buena adaptación, quizá un poco forzada para hacer coincidir algunos detalles pero honesta al fin. Ha desarrollado en mí un nuevo temor por los cocodrilos/relojes, je je. Gracias.
Bravo, no tengo palabras para expresarlo. Me ha encantado y me habría gustado k hubiera sido más largo y que hubiera habido más aventuras pero, como dice Gwen, lo bueno siempre se acaba...
Y parecerá que es una opinión que sólo habla bien de su historia pero es que tengo 14 años y Peter Pan es mi personaje favorito de dibujos animados y de libro por supuesto. Me ha encantado, hasta he llorado, en el último capítulo: la melancolía de no volver a ver más a Peter, de no disfrutar más de la vida de que se termina, eso sólo dura eternamente para un niño...
Yo lo leí como parte de un trabajo escolar y me encantó. Lo leí tantas veces como pude y se lo recomendé a una amiga (Ilse) a la cual también le encantó. Es un libro que en mi opinión te pone a imaginar incluso. Gracias a este libro he escuchado a Sex Pistols que es uno de los grupos mencionados en el libro, y al oso de peluche que me regaló Ilse le pusimos "Paddy".
pues este libro esta es demasiao interesante tiene mucha tematica, yo lo lei porque tenia en la escuela que leer un libro y si mne dijeran que cual a sido mi libro favorito o con cual m fanatizo mas seria este porque en algunas partes me identifico con la lectura de wendy y en otras con la de peter punk es reconmendable este libro bueno en mi parte esta demasiado interesante
en realidad es la mejor novela que he leido en la forma en que se narra las imagenes todo es increible todo lo que te imaginas en verdad increible esta padricima
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