Alicia se sacó la ropa, quedó solamente vestida con un traje de baño de dos piezas, una linda prenda de color rosa y celeste. Roberto la contemplaba orgulloso; esa muchacha, en cierta forma, limitada por cierto, le pertenecía. En ese chispazo de dicha que estaba viviendo, podía acariciarla, poseerla, sentirse su dueño. Trataba de atrapar cada instante, de paladear cada ínfimo retazo de esa realidad. Él también se sacó la ropa, quedando sólo con un short.
—¿Te sentís mejor así, querida?, el clima cordillerano es increíble. Así como aquí nos estamos muriendo de calor, a la sombra, comenzaríamos a sentir frío. Cuando el viento del oeste empiece a resoplar a través del valle del lago Moquegüe, te puedo asegurar que todo cambiará. A la tardecita, cuando volvamos, tendremos que abrigarnos con medias de lana, camiseta, tres sueters y campera. Aquí siempre tenés que salir preparada; de lo contrario te podés morir helada. Recuerdo una vez que salimos a pescar a las dos de la mañana, tuve que rogarle al guía que nos llevaba que se detuviera en tierra para prender una fogata. Ya estaba sintiendo dificultades para respirar, paralizado por el frío que me calaba hasta los huesos. Desde ese día, jamás dejé de tomar precauciones. No te imaginás cómo sufrí...
No pudo terminar la frase, su caña se tensó bruscamente.
—¡Pará!, ¡pará el motor!, ¡tengo pique!, es hermoso sentirlo otra vez.
Alicia detuvo elmotor y todo se hizo silencio, no existía en el mundo más que ese instante, conformado por ingredientes sustanciales. El agua, mansa como en un sueño, los bosques y cerros, doblemente visibles a través de la realidad y de su reflejo, ese calor feroz que provenía del sol, esa vida que inundaba todos los poros, el afecto compartido entre Roberto y Alicia. Todo era fantásticamente armónico, sólo el sonido del carretel girando los sacaba de ese encantamiento; evidentemente algo traía, ya que el extremo del hilo que se perdía en el agua, caía casi verticalmente e iba cambiando de lugar en forma notable. Ambos estaban tensos, expectantes por saber de qué se trataba, por contemplar al animal que estaba luchando por su vida. Repentinamente, a lo lejos, a unos sesenta metros de la lancha, una chispa de plata centelleó fugazmente, desapareció en las aguas, volvió a estallar varias veces...
—¡Mirá!, ¡ahí está!, debe de ser una arco iris, ¡fijate cómo salta! ¡Por fin!, es bueno volver a vivirlo... Mirá, querida, ¿la ves?, ¡allí viene!
Durante algunos minutos, el pescador jugó con su presa, la llevó cuidadosamente hacia donde quería, la fue cansando, dejando que se alejara y trayéndola otra vez.
—Se está acercando al bote —murmuró Burán—, cuando lo advierta se alejará rápidamente, huirá hacia lo hondo.
Efectivamente, de modo repentino, la caña se curvó llevándose varios metros de nylon, el pez escapó hacia las profundidades.
—¡Allí!, ¡allí está! —dijo Roberto poniéndose de pie.
Ambos pudieron contemplar al hermoso animal que se resistía a morir. Desde la superficie ofrecía un trágico y magnífico espectáculo; finalmente, exhausto, se rindió a su captor que lo sacó del agua con la ayuda de una red. Se trataba de un buen ejemplar, de casi cuatro kilogramos de peso, Burán había tenido suerte.
Alicia estaba llena de alegría, tantas nuevas aventuras la habían emocionado, abrazaba a Roberto felicitándolo.
—Mirá, linda, esta trucha es una arco iris, se identifica por el lomo plateado, por estas líneas rosadas. Son muy ricas, tiene espinas flexibles y cartilaginosas que se pueden sacar fácilmente. Su carne no es blanca sino de un tono rojizo que cuando se cocina se convierte en rosa suave. Pero la especie más vistosa es la Fontinalis, aunque te parezca mentira, no tiene escamas sino una piel parduzca con pintas multicolores. Te puedo asegurar que es una belleza, su carne es muy roja, como la de un bife de vaca. Ya tendrás ocasión de ver alguna.
Estuvieron en el lago hasta que la tarde comenzó a caer. La temperatura había descendido considerablemente y ambos tuvieron deseos de estar en un lugar más acogedor; el trajín de ese día los había fatigado. Pescaron en total cuatro truchas arco iris, una perca y una preciada Fontinalis que, aunque pequeña, le agradó especialmente a Alicia. El regreso tuvo también su buena cuota de magia, ya que los matices del paisaje se habían modificado con el atardecer; las aguas reflejaban los rayos mortecinos del sol, adquiriendo un indescriptible tono dorado. El lugar no parecía el mismo, las islas antes acogedoras, ahora se interponían como obstáculos enemigos. Ya nada era igual, las sombras lo estaban invadiendo todo, los cerros se iban esfumando lentamente en la creciente oscuridad; la única luz que se veía en la costa era la del almacén de Don Cirilo, que a la distancia era como un llamado de amistad. Cuando dieron vuelta a la última isla y divisaron la hostería, los dos experimentaron una sensación de alivio. Era bueno retornar al confortable albergue. Se regocijaban imaginando la ducha caliente que se iban a dar y la deliciosa cena que compartirían. Dejaron el bote bien amarrado en el precario muelle del hostal y cargando dos bolsos que habían usado para llevar la ropa de abrigo y algunos alimentos, se dirigieron a su interior. Antes de entrar, se detuvieron a admirar el espectáculo de la bahía en el anochecer, el espejo estaba casi apagado, pero aun débiles reflejos recostados en las aguas, daban al paisaje un toque sombrío, hechizante, misterioso y hasta estremecedor. La naturaleza era realmente formidable; el último secreto estaba allí, la gran verdad, sin complicaciones superfluas, yacía y palpitaba en la Madre Tierra, en su pureza multiforme. Volvieron a disfrutar después de la cena, otra amable sobremesa a la lumbre de los ardientes leños, sabiendo que tras los empañados cristales los acechaba un mundo tenebroso, la cruel inhospitalidad de la noche. Todo eso hacía más atractiva la intimidad. Tanto Alicia como Roberto, volvieron a desear acostarse, besarse, recorrerse mutuamente. Había una clara compatibilidad de piel que, a medida que se iban conociendo, aumentaba.
A la medianoche, Roberto recibió una llamada telefónica, era de su hija, que con voz lejana, con un tono que denotaba preocupación, le dijo:
—¡Hola!, ¿papá?, ¿¡me escuchás!?, ¡hola!
—¡Sí!, ¡te escucho!, ¿qué pasa?, ¿sucedió algo malo?, ¿algún problema?
Las palabras de respuesta, fueron casi inaudibles:
—Papá, ha pasado algo raro, no sé... Vos sabrás de qué se trata, supongo. Yo no quise demorarme en comunicártelo. No te asustes que de salud todos estamos bien. Lo que pasa es que hoy recibí una carta-documento en casa. No entiendo bien qué es lo que está pasando. Es de un abogado... Representa a una mujer que dice que la embarazaste. Se trata de una tal Juanita Artigas, ¿la conocés?
Copyright © | Ricardo Ludovico Gulminelli, 1990 |
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Por el mismo autor | |
Fecha de publicación | Diciembre 2000 |
Colección | Narrativas globales |
Permalink | https://badosa.com/n101-38 |
Me gustó la obra: me hizo sentir deseos de seguir leyendo página a página, no sólo por la trama, también porque me sentí identificado con su protagonista, su forma de ver las relaciones, su concepto de la mujer como compañera e igual. Hay también manifestaciones sobre determinados temas (aborto, matrimonio) que comparto y me hicieron reforzar mis propias opiniones.
Soy un asiduo lector y hacía mucho tiempo que un libro no me despertaba tantas emociones. Gracias a Badosa por publicar libros así (además gratuitos).
Creo que se trata de una novela-folletín que, en cuanto atañe a aspectos judiciales, está muy bien documentada; se nota que el autor procede de la abogacía y judicatura. En el e-mail que le envié, le dije que vale más un folletín bien relatado que novela suspirada, pero no conseguida. Salut i tenis-sala.
Como escribe de lo que entiende, se le entiende todo lo que escribe. Salut i tenis-sala.
Éste ha sido un gran libro, donde el lector se va adentrando a la vida de cada uno de los personajes, es un libro bien documentado en cada uno de los temas a los que se refiere. Debo felicitar a Badosa.com por brindarnos este servicio.
Mi opinión es que es una historia excelente. Me atrapó verdaderamente leer el libro, me enseñó, comprendí lo complejo que puede ser un tema que parece tan simple. Es un orgullo tener académicos de tan alto estirpe, espero que el Dr. Ricardo Gulminelli haga otras obras tan interesantes como es Fecundación fraudulenta.
Es un libro muy interesante, muy bien planteado, que lo atrapa en su lectura de principio a fin. Lo recomiendo ampliamente.
Wonderful. I think that the story is fascinating, the situacion is provocative, and the end is surprising. Congratulations. It's a fantastic book. I'm so happy to have found it.
In my opinion, Ricardo Ludovico Gulminelli is an excellent writer... I'm from Miami Beach (Florida) and I have been studying Spanish since 1999 and I'm very happy indeed that I had the opportunity to be able to read this wonderful book. I know that I liked it because he described everything so well, as if he had lived it, and I felt very identificated. I hope to read more materials from Ricardo Ludovico Gulminelli. Thank you!
I fell in love after reading the description of the character Roberto Burán of Fraudulent Fertilisation (Episode 11). The man I am currently dating is so much like him... except, he's not an Attorney. I work with Attorneys. I'm a legal assistant... and I think Attorneys are so fascinating!
Inquietante la secretaria, se llama Estela, como mi hermana ídem de un médico... Un saludo Ricardo,
Un libro que atrapa, una historia plausible, muy bien tratado el tema, mis felicitaciones para el Dr Ricardo Gulminelli.
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