https://www.badosa.com
Publicado en Badosa.com
Portada Biblioteca Novelas Narrativas globales
87/87
AnteriorÍndice

Fecundación fraudulenta

Episodio 86

Ricardo Ludovico Gulminelli
Tamaño de texto más pequeñoTamaño de texto normalTamaño de texto más grande Añadir a mi biblioteca epub mobi Permalink Ebook MapaMar del Plata, Playa Grande
MAR DEL PLATA
Sábado, 21 de marzo de 1990, a las 18 h 30 m

Cuando Roberto llegó a la Confitería Plaza, ya eran las dieciocho treinta.

«¡Demasiado tarde!», se dijo, «Alicia no está.»

La buscó infructuosamente por las galerías, por la playa.

«Se ha ido», pensó, «o tal vez nunca ha estado aquí...»

Suspiró profundamente, sentándose al lado de un lobo marino de piedra. Se quedó admirando el mar. Las escolleras estaban desiertas, se anunciaba un temporal; enormes olas lo cubrían todo y volvían a retirarse. Había contemplado infinidad de veces ese paisaje, siempre cambiante, pero en esta oportunidad lo distinto estaba en él. Abatido, defraudado, su entusiasmo había resultado efímero.

«Quizás así sea mejor», concluyó, «han pasado tantas cosas...»

Se dio vuelta para regresar; iría a buscar a Agustín y a Julieta.

«Esta noche no quiero estar solo», decidió invitar a Julieta a cenar...

Cuando alzó la vista, la vio... Ella estaba a su lado, contemplándolo en silencio. Muchas veces había pensado en un encuentro, imaginado las frases serias y profundas que le diría, pero no pudo pronunciar ni una sola. Alicia, como siempre, hizo lo mejor... Se abrazó a Roberto calurosamente, emocionada hasta las lágrimas. Él se encontraba igual... Estuvieron un largo momento estrechándose, fundiendo sus cuerpos y sus rostros, hasta que ella dijo:

—¡Qué lindo abrazarte, Roberto!, ¡te extrañé tanto...! ¿Pudiste perdonarme? Decime que sí, ¡por favor!

—Te perdoné hace mucho, casi inmediatamente, nunca te creí culpable, sino una víctima. Fue sólo que perdí el control, no podía asumir lo que me estaba pasando. Enterarme de la verdad, tan de golpe, fue demasiado... Yo también debería pedirte disculpas.

—Yo no tengo nada que disculparte; vos a mí, sí. Comprendería incluso que no me perdonaras jamás.

—No pienses más en eso, Alicia; no lo menciones más, ¿de acuerdo?

—De acuerdo, querido...

—Estás preciosa, mejor que antes: el tiempo te ha madurado un poco, ahora estás justo a punto.

—¿Te gusto así? Me alegro, me arreglé para vos, ¿no lo notaste?

—Tenés razón, nunca te había visto con pollera... Miento, una sola vez, ésta te queda bárbara...

—Roberto, estás lindo, ¿sabés? ¿Quién te hizo tanto bien?, ¿la doctora Rocío Bareilles?

—Bueno, parece que te hablaron de ella, ¿no?, es una buena mujer, me ayudó mucho...

—No me expliqués nada, Roberto; simplemente decime una cosa, ¿la querés?

—Es la segunda vez que me lo preguntan en el día, la primera que lo quiso saber fue Julieta.

—¿Y qué le dijiste?

—Mejor no te lo repito porque fue demasiado complicado, metafórico, dijo ella...

—Conmigo no seas tan complejo, Roberto, sabés que me gustan las cosas simples, directas, ¿la querés?

—Alicia, vos que deseás saber, ¿si la quiero a ella, o si te quiero a vos?

—Ambas cosas.

—Está bien, pero esto no es justo: yo tengo que responder todas las preguntas, sin formular ninguna... Vos no me decís nada, y querés saberlo todo.

—No me preguntaste nada, Roberto. No sé qué respuestas pretendés, no te ocultaré ninguna... Decime, ¿qué deseás saber?

—Lo mismo que vos, ¿me querés?

—Yo no tengo ningún reparo en contestarte... Sí, te quiero, sin metáforas, sin ambages, sin límites... Te quiero para vivir con vos, para compartir tus tristezas y tus alegrías. Para criar a tu hijo, como si fuera mío...

—¿Lo decís en serio, Alicia?, ¿lo pensaste bien?, no sería nada fácil...

—¿Fácil?, ¿lo es acaso vivir sin vos? Te necesito, y también al niño... No puedo olvidar que vino al mundo porque yo intervine... El semen que fecundó a Juana Artigas, estaba dirigido a mí. Me hubiera gustado mucho que ese chiquito se hubiera gestado en mi vientre.

—Te veo tan segura, no sé, ¿y la diferencia de edad?

—No seas tontito, ¡qué me importa! Mañana veremos, ahora no tengo dudas. ¿Qué significa que vos seas más viejo que yo?, ¿que tendremos menos años de felicidad? Pues, ¡disfrutémolos!, no perdamos más el tiempo... Estoy esperando, Roberto...

—¿Qué Alicia?, ¿qué es lo que esperas?

—Tu respuesta, todavía no me la diste: ¿amás a Rocío?, ¿me querés?, esto sí es importante para mí...

—A Rocío la quiero, no te puedo mentir, hubo muchas cosas hermosas entre nosotros.

—¿Hubo? —preguntó ella.

—Sí, ya es parte del pasado... Nunca la olvidaré, pero hoy le decía a Julieta que yo siempre encontraba un obstáculo, algo que me impedía jugarme con Rocío, vencer su resistencia, su tendencia a ser independiente. ¿Sabés cómo se llama ese obstáculo para Julieta?

—No, ¿cómo se llama?

—Alicia. ¿Y sabés otra cosa, querida?: tiene toda la razón... Fue por vos que acepté el distanciamiento que me impuso Rocío. Si no hubieras existido, habría hecho cualquier cosa para no perderla. No me habría resignado tan dócilmente, habría luchado desesperadamente, tal vez con éxito. Ahora lo comprendo claramente.

—Pero todavía no contestaste a mi pregunta, Roberto. Estoy esperando, ¿me querés o no?

—Ya sabés la respuesta: te quiero muchísimo, con todas mis fuerzas. Vivir con vos sería como un sueño, no me importa cuánto pueda durar... Si me acompañaras, tendría fuerzas para empezar de nuevo. Te toco, y me estremezco; me parece mentira sentir tu aroma nuevamente, acariciar tu pelo... Te besaría toda, te mordería toda, pasó demasiado tiempo, me estoy descontrolando...

—Igual yo también por eso te extrañé...

—Alicia, ¿vamos a casa?, ¿vamos a festejar nuestro reencuentro?, ¿te animás?

—Yo, sí, ¿y vos?

—Es lo que más deseo en este mundo. Sólo una cosa te pido...

—Lo que vos quieras —dijo Alicia mordiéndole suavemente los labios—, ¿qué es?

—Esta noche, Alicia, no me pidas que use un preservativo...

FIN
87/87
AnteriorÍndice
Tabla de información relacionada
Copyright ©Ricardo Ludovico Gulminelli, 1990
Por el mismo autor RSS
Fecha de publicaciónAbril 2001
Colección RSSNarrativas globales
Permalinkhttps://badosa.com/n101-87
Opiniones de los lectores RSS
Su opinión
Cómo ilustrar esta obra

Además de opinar sobre esta obra, también puede incorporar una fotografía (o más de una) a esta página en tres sencillos pasos:

  1. Busque una fotografía relacionada con este texto en Flickr y allí agregue la siguiente etiqueta: (etiqueta de máquina)

    Para poder asociar etiquetas a fotografías es preciso que sea miembro de Flickr (no se preocupe, el servicio básico es gratuito).

    Le recomendamos que elija fotografías tomadas por usted o del Patrimonio público. En el caso de otras fotografías, es posible que sean precisos privilegios especiales para poder etiquetarlas. Por favor, si la fotografía no es suya ni pertenece al Patrimonio público, pida permiso al autor o compruebe que la licencia autoriza este uso.

  2. Una vez haya etiquetado en Flickr la fotografía de su elección, compruebe que la nueva etiqueta está públicamente disponible (puede tardar unos minutos) presionando el siguiente enlace hasta que aparezca su fotografía: mostrar fotografías ...

  3. Una vez se muestre su fotografía, ya puede incorporarla a esta página:

Aunque en Badosa.com no aparece la identidad de las personas que han incorporado fotografías, la ilustración de obras no es anónima (las etiquetas están asociadas al usuario de Flickr que las agregó). Badosa.com se reserva el derecho de eliminar aquellas fotografías que considere inapropiadas. Si detecta una fotografía que no ilustra adecuadamente la obra o cuya licencia no permite este uso, hágasnoslo saber.

Si (por ejemplo, probando el servicio) ha añadido una fotografía que en realidad no está relacionada con esta obra, puede eliminarla borrando en Flickr la etiqueta que añadió (paso 1). Verifique que esa eliminación ya es pública (paso 2) y luego pulse el botón del paso 3 para actualizar esta página.

Badosa.com muestra un máximo de 10 fotografías por obra.

Badosa.com Concepción, diseño y desarrollo: Xavier Badosa (1995–2018)