https://www.badosa.com
Publicado en Badosa.com
Portada Biblioteca Relatos cortos Fabulaciones

Nocturno

Javier Martín
Tamaño de texto más pequeñoTamaño de texto normalTamaño de texto más grande Añadir a mi biblioteca epub mobi Permalink
Longacre Theatre  (LOC)
Si­tua­ción

Sigue así, al ace­cho, las manos al­za­das sobre el te­cla­do, la de­re­cha un poco más que la iz­quier­da, los dedos aga­rro­ta­dos, re­ti­ra­das las man­gas del frac, re­ve­lan­do los ge­me­los do­ra­dos en los puños blan­cos de la ca­mi­sa, el torso en­cor­va­do ante el piano, pa­ra­li­za­do, in­ca­paz de aba­lan­zar­se sobre el te­cla­do.

Hace ape­nas unos mi­nu­tos se ha es­ti­ra­do el frac, se ha pa­sa­do cua­tro dedos ner­vio­sos por el fle­qui­llo y, to­da­vía entre bas­ti­do­res, acol­cha­do por un mur­mu­llo sordo, se ha aso­ma­do lo justo para ver al pú­bli­co de las bu­ta­cas de patio aba­ni­cán­do­se con el pro­gra­ma de mano. Luego se ha mi­ra­do los dedos, se ha be­sa­do las yemas, ha son­reí­do para sí y de pron­to se ha pues­to serio y ha sa­li­do al es­ce­na­rio. Con paso cre­pi­tan­te se ha di­ri­gi­do hacia el piano en­vuel­to en un aplau­so tibio que ha arran­ca­do de las pri­me­ras filas y que en­se­gui­da ha pren­di­do por toda la sala. Se ha in­cli­na­do res­pe­tuo­sa­men­te hacia el pú­bli­co y des­pués se ha vuel­to hacia el piano.

Los to­si­dos ga­na­ban ya a los aplau­sos cuan­do, sen­ta­do en la ban­que­ta, ha des­ple­ga­do ce­re­mo­nio­sa­men­te la par­ti­tu­ra sobre el atril y ha pa­sa­do una palma ca­ri­ño­sa sobre la hoja le­ve­men­te abom­ba­da, mien­tras re­vi­sa­ba men­tal­men­te el noc­turno que se dis­po­nía a in­ter­pre­tar, sin­tien­do casi la si­lue­ta de las notas sobre el papel pau­ta­do, la mano iz­quier­da con­ta­gián­do­se del vai­vén de los acor­des ar­pe­gia­dos, los dedos ín­di­ce y medio de la otra mano ale­tean­do tri­nos en el aire.

Ha es­pe­ra­do a que se apa­ga­ran los úl­ti­mos to­si­dos. Luego, en medio de un si­len­cio re­ve­ren­cial, ha al­za­do las manos con par­si­mo­nia hasta la al­tu­ra de la ca­be­za y, cuan­do ya los dedos co­men­za­ban a tomar la forma de las notas del pri­mer com­pás, se ha que­da­do así, pa­ra­li­za­do, con un ric­tus de pavor en la boca, la mi­ra­da cla­va­da en la par­ti­tu­ra.

Una gota de sudor re­co­rre como un di­mi­nu­to ca­ra­col la fren­te aca­na­la­da del pia­nis­ta, des­cien­de entre las cejas, por la pen­dien­te de la nariz y anida en la punta.

La im­pa­cien­cia del pú­bli­co pron­to sube al es­ce­na­rio en forma de nube de cu­chi­cheos que ame­na­za tor­men­ta. Sobre el es­ce­na­rio, a punto de ata­car el pri­mer com­pás, hay un pia­nis­ta di­se­ca­do. La pla­tea es un mar de ade­ma­nes re­pro­ba­to­rios, los pal­cos en pie des­pi­den ex­cla­ma­cio­nes de asom­bro. En el an­fi­tea­tro se ten­san los arcos de la in­dig­na­ción y en­se­gui­da los sil­bi­dos cor­tan el aire del patio de bu­ta­cas hacia el es­ce­na­rio, rau­dos como sae­tas. Una ca­be­za asoma al es­ce­na­rio por un ex­tre­mo, pide ex­pli­ca­cio­nes con la mi­ra­da, em­pu­ja ima­gi­na­ria­men­te al pia­nis­ta con ambas manos, le anima a ini­ciar el con­cier­to, pier­de la pa­cien­cia, hace ade­ma­nes con­mi­na­to­rios. Al­guien lanza al es­ce­na­rio el pro­gra­ma de mano hecho una bola, que es se­gui­do de una olea­da de bra­zos y de una ca­ta­ra­ta de pro­gra­mas de mano. La ca­be­za aso­ma­da saca un bi­lle­te del bol­si­llo, lo hace añi­cos con rabia, lanza los pe­da­zos por el aire, los pi­so­tea.

So­lu­ción

Lo ha sa­bi­do en el mismo ins­tan­te en que ahue­ca­ba las pal­mas para ata­car el pri­mer com­pás: que en cuan­to las yemas aca­ri­cia­ran las te­clas blan­cas y ne­gras y los mar­ti­ne­tes gol­pea­sen obe­dien­tes las cuer­das ten­sa­das es­ta­ría atra­pa­do: la pri­me­ra tecla pul­sa­da des­en­ca­de­na­ría una se­cuen­cia de te­clas se­gui­da a ra­ja­ta­bla y él de­be­ría re­sig­nar­se a no ser más que un tí­te­re en manos de Cho­pin, nota tras nota obli­ga­do a ca­mi­nar pi­san­do las hue­llas de un ca­mi­nan­te pre­vio, en­tre­gan­do al pú­bli­co-mo­bi­lia­rio ese noc­turno eje­cu­ta­do con mo­vi­mien­tos de au­tó­ma­ta, de apén­di­ce de gra­mo­la, in­mo­lan­do su al­be­drío en aras del goce es­té­ti­co de unos des­co­no­ci­dos, o qui­zás so­la­men­te en be­ne­fi­cio de las bue­nas cos­tum­bres, del puro rito so­cial, de la ex­hi­bi­ción de al­ha­jas y del paseo de las me­jo­res pren­das, del in­ter­cam­bio de me­ji­llas a pie de es­ca­li­na­ta, del co­men­ta­rio ama­ble y la son­ri­sa cóm­pli­ce y de las ma­qui­na­cio­nes de an­te­pal­co.

Por eso sigue así, las manos al­za­das sobre el te­cla­do, in­mó­vil, mi­ran­do la par­ti­tu­ra pero vien­do su vida ten­di­da: una vida pau­ta­da, como una su­ce­sión de notas atra­pa­das en la te­la­ra­ña del pen­ta­gra­ma, unas notas que arman una me­lo­día que nadie es­cu­cha.

Con paso uni­for­me, uno, dos, tres guar­dias uni­for­ma­dos hacen su en­tra­da en es­ce­na trans­por­ta­dos en una al­fom­bra de ova­cio­nes. El pia­nis­ta no for­ce­jea. Mien­tras lo sacan del es­ce­na­rio, to­da­vía le oyen mur­mu­rar: «Cho­pin, muer­to; yo, vivo...»

Tabla de información relacionada
Copyright ©Javier Martín, 1998
Por el mismo autor RSS
Fecha de publicaciónNoviembre 2005
Colección RSSFabulaciones
Permalinkhttps://badosa.com/n248
Cómo ilustrar esta obra

Además de opinar sobre esta obra, también puede incorporar una fotografía (o más de una) a esta página en tres sencillos pasos:

  1. Busque una fotografía relacionada con este texto en Flickr y allí agregue la siguiente etiqueta: (etiqueta de máquina)

    Para poder asociar etiquetas a fotografías es preciso que sea miembro de Flickr (no se preocupe, el servicio básico es gratuito).

    Le recomendamos que elija fotografías tomadas por usted o del Patrimonio público. En el caso de otras fotografías, es posible que sean precisos privilegios especiales para poder etiquetarlas. Por favor, si la fotografía no es suya ni pertenece al Patrimonio público, pida permiso al autor o compruebe que la licencia autoriza este uso.

  2. Una vez haya etiquetado en Flickr la fotografía de su elección, compruebe que la nueva etiqueta está públicamente disponible (puede tardar unos minutos) presionando el siguiente enlace hasta que aparezca su fotografía: mostrar fotografías ...

  3. Una vez se muestre su fotografía, ya puede incorporarla a esta página:

Aunque en Badosa.com no aparece la identidad de las personas que han incorporado fotografías, la ilustración de obras no es anónima (las etiquetas están asociadas al usuario de Flickr que las agregó). Badosa.com se reserva el derecho de eliminar aquellas fotografías que considere inapropiadas. Si detecta una fotografía que no ilustra adecuadamente la obra o cuya licencia no permite este uso, hágasnoslo saber.

Si (por ejemplo, probando el servicio) ha añadido una fotografía que en realidad no está relacionada con esta obra, puede eliminarla borrando en Flickr la etiqueta que añadió (paso 1). Verifique que esa eliminación ya es pública (paso 2) y luego pulse el botón del paso 3 para actualizar esta página.

Badosa.com muestra un máximo de 10 fotografías por obra.

Badosa.com Concepción, diseño y desarrollo: Xavier Badosa (1995–2018)