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Con el sol hasta el cuello

V

Yolanda Gelices Nieto
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DEJARSE ACUNAR
Cómo no amarte este aburrido martes
cuando todo es posible
si recibo tu mensaje
con promesas de amante,
delirios que se demorarán
esperando el abrazo que más tarde
será lava.
Cómo no amarte
cuando vas grabando, como un dulce roce,
las sílabas precisas
en el diálogo invisible de la sangre.
Cómo no amarte
cuando tu sonido es el mío,
cuando colmas de ternura
mi nombre sereno, mi rostro,
mis pies y mis manos de arcilla inocente,
cuando defiendes, con uñas y dientes,
tu espacio
y me haces repetir
como si fuera un rito:
«Somos irrepetibles.»
CUANDO PASA EL MIEDO
Cuando me veas agonizante,
quítate la ropa. Aunque estuviera
muerto resucitaría
José Luis García Martín
Incesante ansia,
el viejo rito de la carne
para reconfortarnos,
para librarnos de angustias y temores,
calmándonos la sed
reconstruyendo ruinas.
Cuando los corazones golpean fuerte, muy fuerte
y en su latido se salvan.
Cuando el amor en llamas
borra de un soplo las sombras.
Nada mejor que darle al pecho,
exhausto y abatido,
sino un cuerpo desnudo.
COMO TÚ AMAS
Él camina errante lamiendo rosas,
calado de amor hasta los huesos.
Él suspira aromas melancólicos
desde el fondo del prisma de sus noches perdidas.
Traspasa la débil frontera
de su sed sin salida
arrastrando piedras inútiles hasta la cima,
que bajan rodando
machacadas entre el tiempo y el olvido.
Amar es sólo
inventar caballos desbocados sangrando madrugadas.
Invéntate, entonces,
un verso en donde viva,
aunque yo no sea ni exista todavía.
COGED EL DULCE FRUTO
Esa noche en que nada, nadie...
tan sencillamente nuestra,
tu mirada en el fondo de mis ojos
esa noche que acaso...
esa noche las rosas...
Hablabas desde el centro del amor
armado con tu luz,
tus proyectos, tus sueños, tus deseos...
Lenta desciende la música
—Espera, duerme conmigo—
asciende de nuevo la luz penosamente,
qué fácil sería ahora desnudarse,
dejar caer el velo simplemente,
qué fácil sería si no fuera
por el ángel guardián que se aferra
sin poder evitarlo al pensamiento.
Son duros los límites,
son duros y pesan.
Después ya no quedan más silencios.
Alejarme tan sólo fue el modo
de quedar para siempre
desnuda en tu memoria.
CÍRCULOS DE AGUA
Hay gestos que dibujan, sin saberlo,
un muro,
una línea invisible
de inaccesibles espejos sin imagen.
Dibujan un mar sin orillas,
un paisaje sin oasis.
Hay muros
que te impiden ser
otros dedos,
otros círculos de agua,
otras voces,
otro azar...
Las figuras fugaces se descomponen,
se destrozan,
y ya no hay metáfora posible
que pueda recomponer nada.
Por eso,
volveré a convocar al silencio,
de espaldas a tu espalda,
volveré a dividir el horizonte
en dos partes totalmente distantes
y exactamente iguales.
CARACOLAS EN MI OÍDO
Precisamente ahora
que no hay nada que decir
el eco de tu mar,
la sed inútil,
habla
con su lenguaje fiel.
Me disuelvo, pequeña,
ante su voz cegada de recuerdos,
ante sus rosas de trapo
en manos del siempre,
del nunca y del mañana.
Ante las historias de agua
que sólo tú conoces,
los mil modos de soñar de otro modo
las caricias de mi huida.
Precisamente ahora
entiendo
que amarse puede ser, también,
quedarse quieto
al borde de unos ojos.
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Copyright ©Yolanda Gelices Nieto, 2008
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Fecha de publicaciónJunio 2009
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