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Javier | Javier | |||||||||||||
Iñaki | Iñaki | |||||||||||||
Paco | Paco | |||||||||||||
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Estoy deseando llegar a casa. Me siento muy cansado. Debo animarme porque pasado mañana es viernes y vendrá Julio a pasar el fin de semana conmigo. Necesito descansar. Olvidarme. Iremos al cine. Podemos hacer una escapada con las bicicletas. Necesito aire fresco. Estoy fatal. En el trabajo me dicen que me tome unos días de descanso pero no puedo, hay muchas cosas pendientes, además no me conviene estar solo en casa. Si me cojo unos días es para irme con mi hijo a algún sitio, pero él no puede faltar al colegio. Me han tomado la tensión. El médico de la empresa me ha mandado unas pastillas, no sé si tomármelas. No me gusta medicarme. También me ha recomendado algo inocuo para dormir. No quiero tomar nada. No me gusta tomar nada. Esto tiene que pasar por sí solo. Es cuestión de tiempo y de relajaciones. Son muchas cosas: la muerte inesperada de Isabel; mi hijo que me tiene preocupado porque su madre no hace más que llamarle llorando y a él se le está ablandando el corazón; las denuncias y los juicios pendientes; la indiferencia de los que yo creía amigos y que no me llaman; y las llamadas insistentes de ese chulo que se está pasando, y que seguro que se presenta en mi casa en cualquier momento. Tengo miedo de llegar al portal, lo mismo está allí, esperándome. Sería horrible.
Me tiemblan las manos al abrir la puerta de la verja, no me han temblado nunca hasta ahora. Si me está esperando me doy la vuelta y busco a la policía. Hay alguien sentado en el banco. No puede ser él. ¡Sí, lo es, es él! Pasa sin más, no le dirijas la mirada, a lo mejor no me reconoce. Fuerte, sé fuerte. Cuando llegues al portal todo habrá pasado. Se ha levantado. Me habla, me está hablando. Sonríe y me pregunta si soy Iñaki. Le digo que qué quiere, sonríe, es un chulo, se presenta como el ex de Isabel y dice que me ha dejado mensajes. No quiero hablar con él, ¿por qué tengo que contestarle? Esto es una pesadilla, ¿qué hace este tío persiguiéndome?, ¿qué tiene que ver conmigo? Odio los escándalos pero chillo, chillo, no quiero que se me acerque. Ya estoy junto al portal. Dice que me da una carta de Isabel, que sólo es eso. Está sereno, mucho más que yo. Tiemblo. Alargo la mano. Me la da. Me doy la vuelta pero se interpone entre el portal y yo. Me increpa furioso. Le tiembla el labio inferior cuando grita. Está en jarras. Quiere que hablemos. ¡Está loco!, ¿pero de qué tengo yo que hablar con él?... Mi mujer y tú fuisteis amantes, me dice, y por un momento me siento como el amante cogido in fraganti. ¿Pero por qué?, estaban divorciados y encima está muerta. ¡Está enfermo! No para de decir guarradas de que me la mamaba, ¡cerdo asqueroso! Le odio, le odio. Tengo ganas de estrellarle la bola de billar que tiene por cabeza contra la pared. Me para el puñetazo el muy cabrón. Me llama hijo de perra. ¡Largo!, le digo, si no quieres que llame a la policía. Abro la puerta. Entro. No me sigue, ni siquiera lo ha intentado. Se ha quedado como Mister Proper riéndose de mí a través del cristal de la puerta. Cojo el ascensor. Se me hace eterno. Tengo taquicardia. Sudo. Cualquier día me matará. Está enfermo. No hay otra explicación, está loco.
Tengo el sobre y no sé si abrirlo. Siento miedo. No quiero que me haga sufrir más. Pero soy fuerte. Lo abro. Hay un poema. Lo guardo de nuevo.
«... Recorro con las yemas de mis dedos tu enjambre de infinitos volcanes que se yerguen a mi paso, y percibo la fragancia que aflora, con mis pinceladas, de cada uno de tus salvajes valles, y me pierdo en cada bosque que encuentro, desmayada y febril. Y recorro con mi boca los perfiles cósmicos de tu inagotable esencia, y tatúo con mi lastre puro de amor infinito cada rincón inaccesible de tu figura, y enardecida por la dicha soy la diosa Venus que desflora tu guarida hasta que pierdes tu identidad entre mis brazos, y deseas, extenuado, morir conmigo.»
Morir contigo, Isabel. Morir contigo, y descansar. Estoy cansado, muy cansado, no tengo fuerzas ni para pensar. Ni para saber qué has querido decir en tu poema, sólo sé que estoy extenuado y ansío descansar. La muerte es la nada. Nada. Y si no hay nada, es un descanso. Los muertos no piensan, no sufren, no sienten, no están cansados como yo. Morir es descansar. No me importaría estar muerto. Dejar de ser. Dejar de existir. No ser. No pensar. Nada.
Mañana viene mi hijo.
Ayer, no sé cómo pude dormir algo. Me tomé un cuarto de una de esas pastillas que me mandó el médico del trabajo. Al principio pensé que me había sentado mal, me faltaba el aire a pesar de dar grandes bocanadas, me ahogaba. Tenía taquicardia, sudaba por el cuello y la frente, por todas partes. Me levanté para ver si podía vomitar la dichosa pastilla. Leí un par de veces el prospecto pero no ponía nada sobre aquellos síntomas. Era evidente que estaba somatizando. Todo era producto de mi imaginación. Era la angustia, y el estrés, y el miedo. Sólo tenía que respirar profundamente varias veces y sentir los besos de Isabel en mis párpados, su aliento de bosque en mis mejillas, sus manos acariciar mi pelo y mis hombros, y su voz arrullarme con versos que no entendía.
Hoy estoy un poco mejor.
«Julio, ¿qué dices? ¿Cómo me haces esto hijo?... ¿Sabes que me estás haciendo?... ¿Cómo te has dejado convencer? Me estás matando, hijo... No, no lo entiendo. ¡Después de tanta lucha por ayudarte! Después de todo lo que tu madre te ha hecho, ¿es que no te acuerdas? Aquel día que te sacó del internado y te llevó a un hostal y se emborrachó delante de ti y luego vomitó. ¿No te acuerdas hijo cuando nos fuimos de la casa porque estabas sumido en una depresión bestial? Aquel día, aquel 3 de diciembre renuncié a todo por ti, hijo. He perdido a tus hermanos por ti, y ¡ahora me haces esto! No vayas mañana. No me dejes este fin de semana por favor. Estoy muy mal, hijo. Ya te contaré lo que me ha pasado. Estoy muy mal, ¡no me dejes por favor! No me dejes, hijo. No me abandones tu también... ¡Dios mío!»
Copyright © | Edith Checa, 1995 |
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Por la misma autora | |
Fecha de publicación | Febrero 1999 |
Colección | Narrativas globales |
Permalink | https://badosa.com/n052-i10 |
Me llama sobre todo la atención, en una rápida, fragmentaria y desordenada (?) lectura, la nitidez del texto. La capacidad de los fragmentos para insinuar partes decisivas de la historia. Lo cuidado de la edición (para lo que se estila por estos pagos, un lujo). Y lo cercano de la experiencia que se narra.
Seguiría leyendo, pero son las 6:18 de la mañana; la lentilla de mi ojo izquierdo es como un pulpo mucilaginoso, y además, mañana (¿hoy?) tengo tareas... Pero prometo volver, para quedarme hasta el final. De momento, te (me) doy la enhorabuena: ha sido un placer descubrirte.
Hacía algún tiempo que no sentía la cercanía de una historia, y Edith me la ha hecho sentir, no sólo eso, sino la maravillosa sensación de que, afortunadamente, siguen existiendo pinceladas de innovación en este intrincado mundo de la literatura; un nuevo soporte no llega a ser innovador sin una historia que subyugue, y ésta lo consigue...
He leído esta novela dos veces, me impresionó muchísimo, hasta que he decidido traducirla. Soy rusa, vivo en San Petersburgo y estudio el español. La traducción casi la he terminado, lo único que quiero es que mi familia y mis amigos puedan leer esta novela también, porque de verdad que merece la pena hacerlo.
No había leído una novela de este tipo y me impresionó. Las tres historias se pueden leer perfectamente aparte pero creo que el orden sí se debe llevar y me parece que sería bueno que se aclarara eso al lector.
Me gustó mucho la manera de mostrar los sentimientos de cada uno aunque considero que se debió definir un poco mejor a cada personaje porque al final parece que hablan igual.
Es una excelente novela y me ayudó a pasar un día en mi trabajo mucho más constructivamente que otros tantos.
Estoy estudiando los hipertextos en profundidad para mi doctorado. Es una historia que empieza por el final, por la muerte de la protagonista y narra los sentimientos que produce esta muerte en tres hombres importantes en su vida. Bien, es un comienzo, cuesta mucho leer un hipertexto entero. Otro día más, dejo aquí lo que en un libro impreso sería mi separador.
Me gusta el formato y tamaño de letra que ha elegido la autora, es cansado para mis ojos anclados en la era Gutemberg leer en la pantalla del ordenador y este hipertexto es cómodo, también me gusta su narración poética y la traslación de meterse en el pensamiento de tres hombres importantes en la vida de una mujer. ¡Felicidades, a por otro hipertexto!
Psché, yo y mis amigos con unas copas de más en el sábado noche se nos ocurren historias mucho más originales de ésta, que tiene cualquier mérito menos la originalidad.
Realmente estuvieron buenas estas palabras. Qué ganas de haberle dicho esas palabras en el momento adecuado. Pero al fin las he encontrado y me he emocionado hasta las lágrimas. Creo que tomaré prestadas algunas frases que no supe decir en aquellos momentos. Seguiré leyendo.
Sencillamente extraordinaria. Me fascina la técnica de lectura no lineal, creo que a esto lo llaman hipertexto. Felicitaciones por todo.
En la última parte, la de Javier, he llorado como no lo hacía desde hace mucho tiempo. Tal vez porque me ha ido preparando emocionalmente con esos versos tristes durante todo el relato, desde Paco, pasando por Iñaki, hasta Javier... como si fuera el trayecto de una vida hacia la "felicidad". Muy buen relato.
Me gusta la forma con la cual el autor expresa cada idea, cada sentimento y cada sensación haciendo que el texto adquiera algo distinto a los demás y la forma en la cual se mezclan las ideas formando algo distinto.
Me gustó mucho ya que este tipo de lecturas son muy interesantes ya que no nada más vez la versión de un personaje si no muchos personajes mas. también es muy bueno ya que, puedes ver cualquier capitulo o fragmento y sigue teniendo el mismo sentido por que hablan de una idea central, que en este caso es la muerte de una persona, sea donde sea el capitulo que leas si le vas a entender, mientras que en los libros no puedes hacer eso. EXCELENTE!!!! ME ENCANTÓ EN VERDAD!!!!
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